FRIJOLITOS PINTOS CON QUESITO DE YÉCORA (sylvia y el hijo cenan con la vecina)

Nunca imaginé que un día alguien me preguntaría ¿qué hiciste anoche? y mi respuesta fuera estaba con la vecina. Suena como raro, raro en mí que fui educada para no hacer grandes migas con la gente que vive alrededor de mi casa. Mi familia es más bien cerrada en ese asunto.

Pero yo, para variar, soy la loca de la casa, la subversiva: yo, me llevo con mis vecinos.

Así pues, ayer mi vecina me hizo el favor de cuidar un rato al hijo, a las ocho, cuando fui por él, un delicioso aroma a frijolitos recién hechos recorría su cocina. ¿Se quedan a cenar? Preguntó. No, gracias, cómo crees. Y típico, la vecina insistió, el hijo rogó y al final, Sylvia cedió.

La pasamos bien y es que es tan suave encontrar cosas en común, complicidad pues en una persona que nunca has visto. Claro que también es suave que a la plática sabrosa se una un platito de frijoles pintos con queso de yécora que es durito y seco, un parmesano de yécora delicioso…

Hablamos de sus hijas y de mi hijo (¿ya les dije que Esther es mamá de la ene y de la vale, las compas del juanantonio?), de la vecina que nos hace cara fea a veces y del vecino que recién compró lámparas en liverpool. Hablamos de zapatos, de recibos de luz y de lo difícil que es a veces mantener una casa.

También me pasó la receta de los frijolitos pintos!!

EL EDREDÓN NUEVO (dulces sueños)

La quincena le brinda a mi familia nuclear (¿a poco eso no se oye explosivo?) es decir, a mi hijo y a mí la posibilidad de cubrir nuestras necesidades básicas:

– fruta y verdura

– leche, yogurt y jugos

– atún y pan bimbo

– jamón y queso (amarillo y blanco)

– huevos y cereal

– cajita feliz de McDonalds

– galletas o ruffles

– libro o disco del sanborn’s

Esa es nuestra canasta básica, lo demás es lujo y/o despilfarro vil. Y ahí estamos en Soriana (¿pueden creerlo?, no fuimos al Walmart) recorriendo los pasillos en nuestro carrito, sorteando obstáculos: señoras gordas con mucho mandado, maridos enojados que lo único que quieren es irse a ver la tele, niños latosos (un gramo más latosos que el mío) que te brincan en cada esquina.

Primero cumplimos con nuestra lista de canasta básica y pasamos a los lujos y/o despilfarros viles: una manguera verde, muy brillosa y a sólo cincuentaycuatro pesos sólo hoy. Qué felicidad, desde cuándo teníamos ese pendiente, una manguera para regar la parte del jardín que sí tiene pasto y aquella que es sólo tierra para que un día también tenga pasto. Avanzamos un poco más y de pronto, ahí bajo un gran cartel que dice OFERTA está un grupo de hermosos edredones a sólo cientosetentaynuevepesos… Dios, qué lindura. Hago mis cuentas (ya ni sé para qué las hago si siempre salgo mal parada de éstas) y me digo: “sí, sí, el edredón se viene con nosotros”. Otro lujodespilfarrovil.

Hay amarillos, rojos y verdes, hay uno con cuadros y motivos tribales, otro amarillo canario que no le deseo a nadie y luego, ahí está: un edredón fondo beige y pequeños y sutiles florecillas y líneas color vino. Es él. No hay duda. Se viene con nosotros.

Mientras esperamos en la cola y el hijo insiste, insiste e insiste en que le compre un huevito kinder, unos cheetos, una manzanita sol, un tubito de m&m´s y le insisto, insisto e insisto que eliga o un huevito kinder, unos cheetos, una manzanita o el tubito de m&m’s porque no se va a llevar y comer todo eso con mi permiso, hago fotografías mentales de cómo se va a ver MI edredón en MI cama. Mis sábanas color vino, los almohadones con funda color vino, la madera del tocador, del buró, del escritorio y de los libreros (es habitación multifuncional como pueden ver) harán lucir más el edredón. Me veo a mí misma recostada en mi edredón pachoncito, disfrutando de un libro o de una película. Me veo divina. Parezco chica de comercial de edredones.

Qué suave que es quincena.

DEBES DEJAR DE LEER A EURÍPIDES SI… (el suplicio de una madre)

– ¿Cómo te fue en la escuela hoy?

– Bien pero el Oscar me pegó y luego me dijo tonto.

– ¿Otra vez? ¿Le dijiste a la maestra?

– Sí.

¿Cuántas veces hemos entablado ya ese mismo diálogo? Al pobre Juanantonio lo tiene frito el tal Oscar, cuando no le pega, le cambia el nombre o le hace bola con otros dos vaguitos del Kinder Yoko Ono. Desgraciadito…

El de cinco un día me dijo que se puso a gritarle Juanantonia… porque estaba junto con el Andrés (cuyo nombre en labios del tal Oscar se convirtió en Andrea) jugando en el puente con otros niños y niñas.

Qué retedifícil es ser mamá cuando pasan estas cosas, tiene una que inhalar-exhalar y aconsejar: “Dile a tu maestra” o “Recuérdale al Oscar que tu nombre es Juanantonio y que no es bonito decir esas cosas” “Dile que los amigos nunca…” cuando en realidad tiene una ganas de seguir el camino que Eurípides trazó a sus personajes y cual Hécuba mandar a los compas a ponerle buen sustito al susodicho infante nomás por andarse metiendo con tus hijos.

Bestias.

Qué dilema.

Debe uno aconsejar de la manera más modosita posible cuando en realidad se tienen ganas de decir: “Pégale, pégale, pé…”

Chale. Debo dejar de leer a los trágicos griegos.

TARDE PRODUCTIVA (lo que no se dijo en el post de aquí abajito)

De: [email protected]

Enviado el: Martes, 30 de Marzo de 2004 01:24:48 p.m.

Para: [email protected]

Asunto: Tarde productiva

Manuel:

Mi día estuvo asíasí (cara de fuchi), cuatro grupos que mantienen el ánimo de la escuela en general: ¡no queremos clase, queremos vacaciones! Así que entre ¡cállense, atención, miren que les pego! ¡cállense, atención, miren que les pego! ¡cállense, aten…! se me fue el día.

Ayer en cambio, mi tarde estuvo de lo más productiva pues me puse a escribir. Tengo un texto nuevo para la ¿novela?, revisé y reorganicé otros textos e hice unas anotaciones. Va tomando forma la cosa esa. También tuve tiempo de leer, tomarme un té, masticarme un chicle, chupetearme una paleta de manita, ir al walmart, comprar bocinas pa la compu en 139 pesos (santos creditazos batman), ir a yoga, mitotear con el meza (reírme de la fulanita que se la pasa gritando extasiada al final de cada estirón), volver a casa, cenar un sandwich de bolonia (sí, como bolonia), ver un cachito de la telenovela, decirle al juan que metiera el garrafón por favor, prestarle 50 pesos para gasolina por favor, pedirle que conectara las bocinas por favor, decirle que no, no borre la música que… (demasiado tarde). También pude, convencer al niño, desvestir al niño, bañar al niño, vestir al niño, leerle al niño, dormir al niño y (dios me perdone) descansar del niño.

Lo malo vino después, pinchinsomnio por el pinchi té. Me eché Un día con (el programa de tvazteca) y luego continúe mi fabulosa lectura de julia alvarez.

Después.

Me dormí.

Así que a todo lo de arriba del día de hoy, súmale el desvelo. ¿Te imaginas cómo va mi día de hoy.

beso, yo la más chula simpática y morenita

LOST IN GENRES (un alma genéricamente perdida)

Ayer fue mi primera tarde libre.

No había tareas de la maestría por hacer, ni piso qué trapear (bueno sí había pero lo ignoré rotundamente).

El caso es que estaba libre.

Me preparo mi vasito de té helado.

Prendo la compu.

Me acomodo en la silla.

Abro ese documento que se llama dido (luego les digo por qué) y comienzo a revisar-escribir. Y a darle vueltas al conflicto genérico.

Porque este es un conflicto genérico.

Es un libro que comenzó como crónica. Luego me dije que eso no era crónica, que en todo caso era relato (apegándome a la definición del género que presentó llanes en alguna ocasión).

Okey, ahora hago relatos.

Luego mi otro yo (que es tanto o más necio que este yo) decidió que esos relatos tenían potencial, tenían mucho más qué decir.

Hellouu cuentos.

– ¿Qué escribes actualmente?

– Un libro de cuentos

Así, así me estaba moviendo por el mundo literario y snob de la ciudad. No soy ni mundana, ni literaria, ni snob (al menos no lo creo así, ni aquellos que me dicen que a veces la neta soy muy naca), pero esa era mi bandera: sylvia=cuentos.

Pero en esta mi tarde libre me encuentro con que ese libro de crónicas que luego fueron relatos y que después fueron cuentos se podía convertir en una novelita rara y juguetona (bestias, ¿ya los desanimé de leerla algún día?)

Ya sé, ya sé… los géneros literarios no son etapas, no son fases no son como mira este chiquito es un relato que cuando crezca se convertirá en una simpática novela. Losé. Pero no sé cómo explicarlo porque el libro y su autora han estado perdidos en los géneros, genéricamente perdidos.

El mundo literario es la mar de posibilidades.

¿Novela? ¿Relato? ¿Cuento? ¿Crónica?

Sépalabola.

En todo caso, ya sé qué responderé cuando me pregunten:

– Y tú, ¿qué escribes?

– Narrativa, escribo narrativa.

Lo bueno que con los géneros, los otros géneros, no tengo tanta bronca si no… ¿¡se imaginan?!

El caso es que me puse a trabajar en mi novela (ja, se oye muy acá eso)

MODA PRIVAMERA 2004 (el estilo de sylvia)

Llegó la primavera.

Entro al Hotmail y me encuentro con un portal sobre la moda de primavera del 2004. Tengo la tentación de entrar, de echarme un taquito de ojo, de tomar algunas ideas, ver qué me queda y qué…

Nop.

Mejor no.

A quién trato de engañar.

No me voy a comprar bolsas, ni faldas, ni sandalias.

No voy a ponerme minifaldas cortititas con olanes, no me voy a colgar arracadas de colores chillantes y ochenteros.

No me voy a poner camisetas que digan I’m a bitch (aunque generalmente lo sea).

No voy a usar esos maquillajes que dan una tonalidad brillante ni ese aerosol que broncea las piernas.

No.

En primavera yo sólo me pondré mis tenis rojos de rayas beige que tanto me gustan. Mis pantalones o faldas de mezclilla (comprados en la primavera del 2002) y una camiseta que blanca o azul o roja. La que sea que esté limpia.

No voy a comprarme zapatos porque mejor primero pago el recibo de agua y luz (también de primavera) y puedo broncearme el brazo izquierdo siempre que manejo del trabajo a casa.

Mejor me voy haciendo a la idea de que Prada, Gucci y Banana Republic son demasiado para mí.

Y ni siquiera tengo crédito en Coppel.

Y LAS MOSCAS NOS RODEABAN (domingo en san pedro)

“Es una granja, hay tacos de borrego, como los del sur, hay caballos, borregos (hello!), pajaritos… al niño le va a encantar”. Ninguno de los argumentos de mi padre es tan poderoso como el último. Claro, una salidita fuera de la ciudad le caerá bien al de cinco que pasa demasiado tiempo con las niñas jugando a los ninjas que van al mandado.

Off we go.

San Pedro está a menos de 30 minutos de la ciudad. Menos, mucho menos. Ahí se va uno los fines de semana a comer tamales, elotes asados, a llenarse la panza de antojitos sonorenses.

Vamos.

Vas muy rápido, vas muy lento, bájale a la música, súbele al aire… No voy rápido, no voy lento, no le bajo a la música y el aire está bien así.

Mis papás discuten.

En la tienda hay un periquito azul entre paaa-ja-ri-tos, es muy popular y saludador y también muuuuy que-ri-do.

Juanantonio canta.

“I don’t know what to believe anymore except that everyone in our family is lying…”

Sylvia lee ¡YO! de Julia Alvarez.



Manuel sólo observa la carretera.

Llegamos, un agradable matrimonio de médicos nos recibe, son los anfitriones de este ¿restaurant? ¿granjaurant? ¿restanja? Cerca, a un lado, atrás y adelante de ellos un ejército de moscas nos da la bienvenida.

Menú: tacos de borrego, machaca, papas con chorizo y carne adobada. Uno de cada uno por favor. ¿Tortillas de harina o maíz? Mi papá me dice que el borrego no va con la de harina. No va. Who cares. El de adobada sí lo pido en maíz.

Moscas

Moscas.

Moscas cerca de mi soda, sobre mi mano, en mi cabello.

Niño preguntando si chivo, oveja y borrego es lo mismo. Mamá evade la conversación. Abuelo explica algo. Abuela enojada, ¿cómo le dices eso al niño?

Una hora después.

Los tacos.

Repollo, cebollita morada, salsas verde y roja. ¿Le pones limón? ¡Cómo le echas sal! ¿Me das un traguito de tu coca? ¡Pide una tú! No tomes cerveza, porque luego, la carretera… Nunca he chocado…

Mi familia seguía siendo la misma y las moscas nos rodeaban.

ALGUIEN (y alguien más)

Alguien toca a la puerta.

Alguien más abre y dice ¿tú, aquí?

Alguien dice sí e intenta besar los labios de alguien.

Alguien se rehusa y mejor ofrece una tibia mejilla.

Alguien deposita en esa mejilla todo el amor que siente por alguien.

Alguien dice ¿café?

Alguien contesta lo he dejado.

Alguien mira a alguien con desconcierto, con la sorpresa que se siente siempre que alguien que no se espera llega a casa.

Alguien confiesa, vine a decirte que te amo.

Alguien más calla y observa el reloj.

Alguien pregunta si es tarde.

Alguien más contesta, no sé, creo que sí.

Alguien dice, el tiempo es irrelevante.

Alguien contesta, irrelevante tu…

Alguien pregunta ¿es tanto tu enojo?

Alguien contesta ¿es tanto tu amor?

Alguien dice sí.

Alguien dice sí.

Alguien pregunta ¿te puedo besar?

Alguien más contesta ¿por qué tienes que preguntar?

Alguien dice ¿y si hago esto?

Alguien contesta ¿por qué no también esto otro?

Alguien cierra los ojos.

Alguien más los abre.

Alguien dice, sólo por encimita y esto no significará nada.

Alguien acepta, acaricia sólo por encimita y se lamenta un poco de que esto no significará nada.

Alguien duerme.

Alguien desea que la noche no termine nunca.

LOS EXNOVIOS (4 reglitas para una convivencia saludable)

A todos nos ha pasado. Estamos en la calle, en un café, en el cine, en el Sanborn’s y llega, sí un ex (o una ex). La situación no garantiza comodidad (por alguna razón es ex) y por el contrario el descontrol en cuanto al manejo de la situación puede causar conflictos mayores y convertir a su ex en su ex ex.

Pensando en ello ofrecemos en nuestro blog una guía para lograr una convivencia básica y saludable que no termine con órdenes judiciales que impiden acercarse a éste.

Regla No. 1. El saludo. Lo mejor es manejarlo informal y gustoso. Hola, qué gusto, cómo estás? Estrechar manos y beso no en la mejilla sino en el aire. Evitar por todos los cielos la efusividad. Si se observa en el ex una cara de chale, mi ex manejarlo todo de manera breve (brevísima) y fría (sumamente). Evite evitarlos, eso de hacerse el wey pocas veces funciona.

Regla No. 2. La conversación. Si por alguna razón se está destinado a convivir con el susodicho lo mejor es mantenerse a temas básicos: ¿Qué tal el clima? ¿Cómo ves la carrera electoral de México (o la de Estados Unidos)? ¿Qué tal la última película de Mel Gibson (o Meg Ryan o Tom Hanks o …)? Evitar, repito, EVITAR temas como ¿te acuerdas cuándo…? ¡qué maravilloso aquel día que…! no tiene caso meterse en asuntos de nostalgia o situaciones más que incómodas. Claro esto es a menos, repito A MENOS, que intente apoyarse en la nostalgia para llevarse al ex a vivir un encuentro cercano de tercer tipo. En tal caso… haga caso omiso.

Regla 3. La correspondencia. Cuando se tienen correspondencia con el ex (menor o mayor aunque lo mejor es que ni uno ni otro) el tono debe ser amistoso y con la distancia cuya medida sea directamente proporcional a las características del rompimiento. Si se recibe un mensaje altamente ofensivo procure contar hasta 10 (o un número equivalente a la efusividad del mensaje) antes de responder. No le envíe forwards (además de que a nadie le gustan) cuyo título sea “Por qué las mujeres odian a los hombres” “Cómo engañar a su hombre” “10 razones de por qué las mujeres son mejores que los hombres”.

Regla No.4. Las devoluciones. No, cuando uno termina una relación no hay devolución de su dinero, ni de su amor, ni de su paciencia, ni de… ejem, ejem. Así que esta regla no se refiere a esto. Con las devoluciones nos referimos a ese conjunto de regalos, cartas, detalles, libros, discos, hasta préstamos económicos, que pudieron haberse realizado durante el tiempo del noviazgo. Devolver las cosas es a veces parte fundamental del duelo o de la venganza, pero ese numerito de irle a aventar todos los envoltorios de barritas marinela o de cartas perfumadas no-fun-cio-na. Lo mejor es dar tiempo al tiempo y considerar que lo único que puede volver a su dueño es aquello que fue prestado. Nada de lo regalado (ni un chicle masticado) se regresa. A menos que se lo pida.

NO ES QUE NO ME ACUERDE (poema de Arturo Castro)

VI.

No es que no me acuerde

de tu blusa rosa y el parque,

tu cintura hecha para mi mano.

De tu brillo sabor mango

y las estrellas de la tarde.

No es que no me acuerde

de la cicatriz y tu espalda,

del aroma a vainilla y la luna,

de las placas de tu carro

…y la cocina de tu hermana.

No es que no me acuerde…

es que trato de olvidarlo.