se me va el tiempo como agua entre los dedos. me levanto, medito, tomo café y cuando menos pienso ya es hora de bañarme, meditar y tirarme en la cama a leer antes de apagar la luz.
preparo clases, atiendo juntas, edito libros, doy talleres personalizados a mi amiga Mana la residente de casaoctavia que la pandemia nos robó. contesto correos, semi-manejo las redes de mis dos proyectos (casaoctavia e inventario) y aunque todo suena super encantador y productivo me doy cuenta más y más que sí tengo una adicción al trabajo.
lo digo en serio.
no es una falsa humildad, no es este un post para decirles lo magnífica y eficaz que soy, esta es mi admisión: cuando en mi cabeza o en mi alma las cosas están como madeja de estambre en las manos de un gato, enfoco mi atención en el trabajo. pongo toda mi atención en ello y me olvido de mí o me olvido de saber qué siento y por tanto evito resolver y enfrentar lo que siento.
el problema de esto, además, es que el trabajo se vuelve una forma de evasión. me evado de mí. y ¿cómo me voy a evadir de mí si solo vivo conmigo y para mí? porque tampoco es que mi mucha productividad me lleve a resultados, porque no. estoy en todo y no concreto mucho.
el multitasking no es tan sano en realidad.
seguro en algún libro algún día será catalogado como enfermedad mental, si no es que ya lo es.
así que, hoy 21 de junio me prometo que mi meta los próximos 21 días será hacer del trabajo-trabajo y dejar de lado mi adicción a ello. dicen que los buenos hábitos se forman en 21 días. yo cumplo años un día 21. nada puede ser casualidad, todo esto deben de ser símbolos para que yo simple y llanamente ponga mi atención en mí y no en la evasión de mí.
porque entre el inventario, los cursos, la escritura y la pandemia, yo y mi salud mental tienen que ser la prioridad.