Gracias, Georgia

No puedo mentir, he estado con un ánimo subeybaja. Entre triste y tranquila. Entre tranquila y triste. Poco sirve explicar por qué, digamos que es de esos giros que siempre da la vida. El caso es que mi Barbudo me arrastró a Santa Fe, considerando que teníamos unos cuantos días libres y.

Esta mañana he recorrido el museo de Georgia O´Keeffe. De ella sólo sabía de sus flores, de sus enormes flores, de sus enormes y sensuales flores, de sus enormes y sensuales y coloridas flores. He descubierto algo más, mucho más. Su arte abstracto, sus carbones, sus cartas, sus manos, sus pinceles, sus muchas vidas en una sola vida.

imgresGeorgia nació en 1889 y murió en 1988. Se casó en 1924 y en 1946 enviudó. Un año después dejó Nueva York y se instaló para siempre en ese sitio al que iba y venía por temporadas: Nuevo México. Georgia y su vida y sus pinturas te hacen pensar en la importancia y la belleza de las pequeñas cosas. En 1961 recorrió en lancha el Río Colorado al lado de sus amigos. Ahí está ella remando, ahí está ella trepada en una motocicleta con un amigo, ahí está, ahí está ella caminando por el desierto cámara en mano como si no tuviera más de ochenta años. La sonrisa de una niña traviesa en cada imagen.

imgres-2 El pulso y el alma de Georgia atendieron los objetos más cotidianos, un edificio, una puerta, una nube, muchas nubes, el esqueleto de una vaca, una tetera, un amanecer, un anochecer, todos los atardeceres. Montañas en Perú, montes en Japón, arena y rocas. La belleza en eso que de tanto ver no vemos. Una vida dedicada a ello, a lo que más se ama, transformar lo que se observa en aquello que siente y haga sentir.

imgres-1 Le doy gracias a Georgia por su sonrisa, le doy gracias porque hoy me hizo un día y así me hizo una vida. Yo también quiero transformar lo que observo y siento en algo que haga observar  y sentir.

 

pronto nada

En Cuando las Palomas Cayeron del Cielo Sofi Oksanen escribe: “Pronto las tiendas desvalijadas por el Ejército Rojo serían reabastecidas, abrirían sus puertas, y al otro lado del mostrador las vendedoras envolverían de nuevo las compras en papel, se repararía la depuradora de agua, los puentes se erigirían en su sitio, todo lo robado, destruido y sacrificado regresaría a su estado anterior, como una película proyectada al revés.”

Pienso en Ciudad Juárez, la ciudad al lado de la línea. Pienso en como calles y tiendas han sido desvalijadas, los mostradores se erigen solos en calles y banquetas. Nada se vende en ellos. Nada vende en ellos. El agua es oscura, los puentes se cruzan con miedo. Hay rincones en Ciudad Juárez en que no hay nada en su sitio. A Ciudad Juárez la han robado, destruido, sacrificado. Es una película que nadie quiere proyectar.

Oksanen agrega: “La ciudad había sido desangrada y en los caminos abundaban los caballos muertos y los cadáveres de soldados en los que los escarabajos hacían estragos, pero todo aquello desaparecería.” Pienso como en Juárez y en el resto del país las ciudades se desangran, en los caminos abundan las cenizas de muertos, los soldados esconden cadáveres que ni los escarabajos se atreven a tocar. Todo, todo desaparece.

El mío es un país en el que pronto no habrá nada. Pronto, nada.

estamos enfermos

la semana pasada Barbudo se puso muy mal, con decirles que caímos en el hospital el sábado por la noche. luego fue mi turno, heme aún con un resfriado de los mil demonios. ahora es la gata. a Nimona la picó un bicho o se peleó con algún gato del barrio en uno de sus paseos semanales. tiene una bola enorme en el cachete y fiebre, sí, mi gata tiene fiebre. ya la veterinaria le dio antibióticos, sospecho que los mismos que le dieron a Barbudo. así que henos los tres en este jueves de tonos grises, echados en la cama. se nos ha ido el día entre dormir, moquear, comer, charlar  y ver netflix. (suena a un fin de semana absolutamente regular, quitado lo de los mocos, claro)

estamos enfermos, estamos tristes pero estamos, henos. a la larga eso es lo que cuenta.

sueños

tengo dos días seguidos soñando a mi mamá. antier me decía: “no has hecho lo del seguro,” y bueno ayer por la tarde entre estornudo y estornudo me puse a hacer el trámite para que Juan se pueda enfermar sin que yo tenga el alma en un hilo. me hizo gracia, mi mamá en vida hubiera hecho eso exactamente: recordarme lo que no he hecho. entiendo entonces dos cosas 1)que no se ha ido y 2) que sigo necesitando a mi mamá a pesar de mis cuarentaypocos.

anoche el sueño fue distinto. estábamos en el DF en casa de mi hermano Gerardo y teníamos que llegar al aeropuerto. mi hermano no llegaba, ningún taxi pasaba y a mí me daba la ansiedad loca esa que me da cada vez que tengo que viajar. yo repetía “vamos a perder el avión,” ella decía “compramos otros boletos y ya.” mi mamá en este sueño era más progresiva, porque nunca hubiera dicho eso, antes me hace correr aunque sea descalza (¿ya les dije que con frecuencia me sueño descalza?) para alcanzar el avión. el punto es que en algún momento llegamos al aeropuerto, sólo que el aeropuerto estaba cerca de Madero, cerca de esa churrería que tanto le gustaba. de pronto la urgencia de despedirnos de mi hermano, la urgencia de correr a alcanzar el avión y de pronto no éramos ella y yo, sino que éramos ella, mi hermana y yo.

salto en el tiempo.

llegábamos a un paraíso, en serio, un lugar en la orilla del mar, con olas gigantes (mi mamá con frecuencia soñaba olas gigantes) y delfines, focas, cangrejos que caminaban a mil por hora. estábamos frente a un cielo azul y rosa que atardecía con la misma lentitud que las tortugas avanzaban en mis pies.

salto en el tiempo.

amanezco pensando en mi mamá, en todas las cosas que no hicimos junto a mi hermana. amanezco pensando en que también para los sueños lindos la necesito a ella. aún a mis cuarentaypocos.

ELLAS

Cuando entré a primero de secundaria no conocía a nadie. Yo venía de otra zona escolar y parecía que el resto de los alumnos habían casi casi crecido juntos de kinder a primaria. Era yo, pues, el bicho raro. Un par de semanas más tarde, y la verdad no sé ni cómo. Ya había hecho ya a las tres amigas que estarían a mi lado durante los próximos tres años en la escuela secundaria federal número cinco. Lupita, Verónica y Rosalba, que, debo decirlo, medían entre 1.70 y 1.80 cada una. Han de imaginarse lo ridícula que me veía yo a su lado midiendo los casi 1.61 que mido yo (y que tal vez en ese entonces si acaso era 1.58).

Hace mucho que no pensaba en ellas, hace mucho que no me acordaba de ese cariño y esa solidaridad y las tantas risas que regían nuestra amistad. Con ellas bailé por primera vez en un baile con Flans de fondo. Con ellas me puse por vez primera delineador negro en la rayita de adentro de los ojos (no sin antes picotearme, estoy segura). A ellas les confié el valiente acto de crepé y spray para hacerme un copete rompevientos. Con ellas descubrí lo que una descubre a esa edad: que los cólicos y la menstruación son lo peor del mundo.

Rosalba no llegó a tercer año. Murió en el verano del 87 de un derrame cerebral. Verónica se fue a vivir a Agua Prieta apenas nos graduamos de la secundaria. A Lupita la metieron en una secundaria solo de chicas, la volví a ver un par de veces años más tarde, ya en la universidad, pero realmente nos perdimos la pista.

Pienso en ellas tres ahora, ahora que Nora, Sara y Claudia han llegado a mi vida. Es una cursilería probablemente, pero y qué, también de cursilerías se forja la vida. Hace mucho que no me sentía dentro de un grupo de mujeres con tanto en común, desde mis Mafaldas, mis Mafaldas que entre el 2005 y el 2010 fueron mi otra familia. Con ellas las reuniones eran los viernes, con este otro grupo de amigas las reuniones son a diario en forma de texto o mensaje de voz, en forma de chiste, chisme o poema.

Ellas hacen que de pronto mi vida de ermitaña en esta texanía sea más llevadera.

tantas veces

El sol multiplica una banda de insectos sobre mi cabeza afiebrada. Recorro el patio de la facultad para escapar de la certeza que cae. Su mirada es una línea marengo que marca nuevos umbrales, esboza un futuro deseo. Hay un ansia de soledad idéntico, quiero simultáneamente que me ame y no me ame, que me llame y me olvide. Esto es, así se siente, no había leído tantas veces.

 

Escenario de Guerra, Andrea Jeftanovic

OTHER EYES, OTHER WAYS

Understand What? That there are other eyes besides the ones we’re
used to looking through. That there are other ways to see the world
and talk about it and walk through it and become one with the parts
of it, that feel as familiar as your own right hand.
Pearl Cleage

Fe-feminista

Hace un par de años tomé un curso sobre dramaturgas latinoamericanas. Como el curso implicaba leer obras de mujeres y, en ocasiones, obras que tocaban el tema de la mujer en sociedad, la maestra nos hizo leer algo de teoría feminista. Sin embargo, antes de hacerlo, nos pidió que levantáramos la mano aquellas que nos asumíamos como feministas. Yo no levanté la mano, es decir, sí intenté levantarla, luego la bajé, luego la medio subí. Estaba mi brazo en medio camino cuando la maestra me dijo, “¿qué pasa, aún no lo decides?” Me sonrojé, sonreí, creo que dije: “no, aún no.”

Entiendo ahora que en ese momento yo, como muchos otros, encontraba en el término feminista una carga absurdamente negativa. Como si fuera el sinónimo de machista. Como si fuera sinónimo de “mujer-enojada-con-el-mundo-en-especial-los-hombres.” Ha pasado el tiempo, han pasado por mis manos muchas lecturas, han pasado por mi vida muchas más experiencias y entiendo ahora que la civilización ha evolucionado de muchas maneras, pero en materia de género seguimos casi en las mismas.

Sí, en las pinches mismas. Miras alrededor y las posiciones de poder son, con frecuencia, ocupadas por más hombres. Miras alrededor y descubres que los más atroces actos de violencia son, con demasiada frecuencia, hacia mujeres.

Si en este momento pidieran que levantaran la mano aquellas que se asumen feministas, yo la levantaría sin duda alguna. Porque mi madre me enseñó a ver más allá de mi entorno o de lo que se supone que yo debía ser/hacer simplemente por ser mujer. Soy feminista porque he criado a mi hijo de manera diferente, le he enseñado a ser justo, no lo he encerrado en esa cajita tan horrorosa que es la masculinidad-que-obliga-al-hombre-a-ser-fuerte-nomás-porque-es-hombre. Soy feminista y he sido justa con mis alumnas y con mis alumnos, los comando día con día a buscar sus sueños y realizar sus goles sin-importar-qué. Les he enseñado a valorar a quién y lo qué les rodea.

feminist Leo en este momento We Should All Be Feminists, el ensayo de  Chimamanda Ngozi y coincido con ella cuando dice que el problema del género es que prescribe cómo debemos ser más que reconocer cómo es que somos.

Y o, reconozco lo que soy. Tengo fe en la equidad de género. Soy feminista.

 

My Mother´s love, nevermore

My mother’s love, nevermore. She is in her last cradle, the bounteous and gentle giver. Nevermore will she be here to scold me if I worry over nothing. Nevermore will she be here to feed me, to give me life each day, to bring me into the world each day. Nevermore will she be here to keep me company while I shave or while I eat, watching me closely, a passive but attentive sentinel, trying to find out whether I really do like the walnut biscuits she has made me. Nevermore will she tell me not to eat so quickly. I loved having her treat me like a child.

 

The Book of My Mother, Albert Cohen