UN NIÑO COMPLETO

Ayer saliendo de la clase que doy me topé con un niño que corría y corría por el campus. Era un niño con un sólo brazo. El niño corrió, alcanzó a alguien en una escalera le entregó lo que parecía una bolsa de lunch y pidió la bolsa de cheetos que ésta incluía. El adulto dijo sí, el niño pidió algo más y el adulto accedió. Entonces, el niño tomó otra dirección y corrió y corrió y corrió con una cara de felicidad que pocas veces he visto. ¿Estaba contento porque estaba en un lugar nuevo, estaba contento porque no había ido a clase y le había tocado pasar el día aquí, estaba contento porque era un niño de 7 años y ya? No lo sé. Pero sé que brincó, subió, bajó, coqueteó con las estudiantes y se tiró de panza en el césped. Él, no había duda, es un niño completo, pensé. Caminé a casa con una sonrisa enorme, cargando en el pecho esa sensación que te dejan los regalos que la vida te pone en una banqueta común y corriente.

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