FACE DOWN

What are you doing on this side of the dark?

You chose that side, and those you left

feel your image across their sleeping lids

as a blinding atomic blast.

Last we knew,

you were suspended midair

like an angel for a pageant off the room

where your wife slept. She had

to cut you down who’d been (I heard)

so long holding you up. We all tried to,

faced with your need, which we somehow

understood and felt for and took

into our veins like smack. And you

must be lured by that old pain smoldering

like woodsmoke across the death boundary.

Prowl here, I guess, if you have to bother somebody.

Or, better yet, go bother God, who shaped

that form you despised from common clay.

That light you swam so hard away from

still burns, like a star over a desert or atop

a tree in a living room where a son’s photos

have been laid face down for the holiday.

 

Mary Karr

time stops

“Time stops when someone dies. Of course it stops for them, maybe, but for the mourners time runs amok. Death comes too soon. It forgets the tides, the days growing longer and shorter, the moon. It rips up the calendar. You aren’t at your desk or on the subway or fixing dinner for the children. You’re reading People in a surgery waiting room, or shivering outside on a balcony smoking all night long. You stare into space, sitting in your childhood bedroom with the globe on the desk. Persia, the Belgian Congo. The bad part is that when you return to your ordinary life all the routines, the marks of the day, seem like senseless lies. All is suspect, a trick to lull us, rock us back into the placid relentlessness of time.”

Lucia Berlin dixit in “Wait a Minute.”

Silvia Isabel

Silvia Isabel Zéleny Barraza nació un 17 de mayo de 1937. Hija de Samuel Zéleny y de Isabel Barraza. Hermana de Favio Alejandro. Estudió en la normal y comenzó a dar clases a los 17 años. Se casó a los 21 con Alejandro Aguilar con quien tuvo cuatro hijos. Dio clases en primaria, en secundaria y en una escuela nocturna para adultos. Aprendió a nadar a los cincuenta años. Se inscribió en la escuela de arte dramático más o menos en la misma época. Actuó en obras como El Eclipse de Carlos Olmos, Ausencia de Dios de John Palmer y fue la mismísima Hécuba en la obra homónima de Eurípides en una adaptación de Luisa Josefina Hernández.

En marzo del 2013 fue diagnosticada con cáncer en la pleura. Esto, claro, después de meses de dolor y ansiedad, después de meses de ser diagnosticada con estrés, problemas de la edad o falta de ejercicio. Cuando finalmente alguien analizó bien su caso fue sometida a quimioterapia y radiación. En menos de dos años perdió casi treinta kilos. Su cabello, lo que más le preocupaba, se mantuvo intacto y bello. Por razones que no entendemos la piel de sus manos era más hermosa que nunca en esos últimos días de hospital.

Silvia Isabel Zéleny Barraza me enseñó muchas cosas: a caminar, a hablar, a amar, a leer, a escribir. A escribir. Guardó por mucho tiempo mi único poema gráfico que decía: “Mi mamá es una flor,” al lado del poema se erigía torpe una flor hecha por mis regordetes dedos. Guardo en mi clóset un vestido y una blusa, sus favoritos. Guardo en mis cajones cuatro de sus agendas, un diario de viaje y un cuaderno donde a mano escribió un montón de recetas (que no estoy segura de que haya cocinado a fin de cuentas.)

Silvia Isabel Zéleny Barraza murió el 6 de Septiembre de 2015 y fue, es y será la mujer que más he amado, la mujer que me enseñó a ser mujer.

cosas que mi mamá no compraba

  1. Choco-Krispies, Zucaritas o Rice Crispies. Los primeros dos porque decía que tenían demasiada demasiada demasiada azúcar y no era bueno para los dientes. Los últimos porque no sabían a nada. Es un misterio, entonces, cómo es que si me compraba Corn Pops, ¿qué la hacía pensar que con ellos había menos riesgo de que yo me volviera loca con el azúcar?
  2. Q-Tips. Decía que aunque tuvieran algodón y fueran de plástico eran malos, muy malos. “Te pueden cortar o lastimar el oído, no son recomendados,” repetía. Pasar la infancia con oídos encerados tiene sus desventajas.
  3. Aderezo Mil Islas. “Se puede hacer en casa revolviendo catsup y mayonesa.” “Pero no sabe igual.” “Sí, sabe igual.”
  4. Quick. Supongo que por las mismas razones que no compraba cereales ultra-azucarados. No entiendo, eso sí, por qué si no creía en el Quick para la leche fría en el verano sonorense, sí era capaz de hacer chocolate caliente sin importar la temporada.
  5. Regalos inútiles. Lo juro, todas y cada una de las cosas que mi mamá me regaló de niña, de adolescente y de adulta han sido cosas prácticas y formidables.

No sé por qué esta noche en vez de pensar en lo que hacía, en las otras múltiples cosas que la hicieron una maravillosa maestra y madre, me ha dado por pensar en esto. Supongo que una parte de mí recupera en esta lista a la mamá que ya no está y que me regañaría por haber comprado Quick, aderezo y una caja con mil Q-tips.

 

Soy un desastre, Mamá.

 

 

a desire

“I felt that I could swim for miles, out into the ocean: a desire for freedom, an impulse to move, tugged at me as though it were a thread fastened to my chest. It was an impulse I knew well, and I had learned that it was not the summons from a larger world I used to believe it to be. It was simply a desire to escape from what I had.” 

-Rachel Cusk, Outline

 

 

infancia, proceso de escritura y mi bici roja

en la clase de introducción a la lectura y escritura he pedido a mis alumnos que jueguen un poco y naveguen por su memoria para escribir sobre algún recuerdo particular de infancia. les di un ejemplo y escribí bike. y en un acto de magia, pum pum zas de pronto yo tenía siete años y estaba frente a la hermosa bicicleta roja que sustituyó a mi triciclo apache. toda bonita y flamante con canastita blanca. un parpadeo y de pronto me veo trepando, pedaleando y dándome en todísima la madre. un pestañeo más y me veo pateando la chingada bici y gritando a los cuatro vientos: “yo no sé para qué le pedí a los Reyes esta maldita bicicleta.”

pasó apenitas un minuto, mis alumnos frente a mí esperando a que yo escribiera algo más al lado de la palabra bike. quise escribir vida. quise escribir amor. quise escribir familia. pero escribí childhood, así nomás a secas como si childhood fuera nomás una palabra. una de tantas.

Me casé con este hombre, este hombre que brinca, corre, se enloda. Este hombre que cuando mucho le tiene miedo a las arañas y a las cortinas de la regadera. Este hombre que me ha prestado a su hijo y ha aceptado al mío. Este hombre de larga Barba que me hace reír y me habla con una honestidad brutal. El 23 de agosto de 2013 me casé con este hombre y aunque este año nos olvidamos de celebrar el aniversario en realidad es una cosa que celebramos cada vez que nos vamos a comer lengua frita a juárez o tacos en el tacotote. fin.10353167_10203625425253686_813449132025516577_n