Llega el invierno y con él: los estambres.
Es, de momento, el único hobby que me permito. Es, en realidad, el único hobby que por alguna razón me levanta el ánimo, me entretiene, me disipa, me separa de todoloquemimentepiensatodoelputotiempo. Tejer se ha vuelto desde hace años, un pequeño tesoro, un espacio mío y para mí.
Y bueno, la cosa es que tampoco soy la mar de ingenio cuando se trata de tejer, sólo sé hacer bufandas e intentos de guantes, pero este mes decidí ir más allá y después de entrar a varios blogs de tejedoras y no entender pinchesabsolutamente nada me lancé a mi propia creación.
Helo aquí.
Un extraño pero dulce poncho en gris veteado. Lo veo y sonrío, me siento orgullosa de mí, lo hice en poco tiempo y en él deposité todo eso que tengo en el alma, ¿ya les dije que sueño una y otra vez con el asesinato de Jane Mixer? ¿ya les dije que mientras bicicleteo mi mente sin querer repite versos de Maggie Nelson que son como armas punzocortantes?
Este poncho me trajo paz.
Este poncho me traerá tibieza en el invierno.