un paladar odontológico creado por la santa inquisición

Pues el de casicatorce (GULP!) se ha hecho a la idea que se queda y está tranquilo o simplemente esta semana las hormonas tienen bloqueado el tema, who knows. También puede ser que esté obnubilado pues el sábado pasado su dentista le puso un aparato en el paladar. Dicha “herramienta” bien pudo ser diseñada por algún técnico de Tomás de Torquemada y, a decir del de casicatorce (y es un decir muy difuso porque con la cosa esa en la boca le entiendo la mitad de lo que dice) es bastante incómodo. No sólo eso, el susodicho en cuestión, de momento, no puede masticar bien. Su abnegada madre -créanme, puedo serlo- ha utilizado su batidora más que nunca para preparar toda una variedad de purés que usted no podría ni imaginar.

El caso es que esta ha sido la semana de las comidas y los ánimos blandos en el departamento de la rebelión adolescente. Pero claro, el clima puede cambiar en cualquier segundo. No bromeo.

ENTRE ALETARGADA Y BUENAS NOCHES

Hace unos días leí en el blog de Marian que de plano ha recurrido al Omega 3 para dar el ancho en sus días de muchos pendientes. Le dije a mi asesora de tesis que estaba a punto de hacer lo mismo, ella me dijo ¿y si pruebas con Tequila? ganas no me faltan, me cae. Pero creo que -de momento- mejor optaré por la receta de Marian. Y es que he comenzado un nuevo tratamiento -les hablaría de él pero la neta hoy no estoy de ánimo. Son dos pastillitas blancas que podrían tumbar a un mamut (claro, en caso de que aún existieran los mamuts) (o a lo mejor por eso ya no existen los mamuts). Me cuesta un infierno levantarme en la mañana -yo que de un salto estoy en el baño en la ropa y en la puerta de casa- y luego tardo unas horas en entrar al universo, entre que tropiezo y tardo de ajustarme al mundo real. En otro momento de mi vida creo que disfrutaría vivir en este como ensueño pero justo ahora estoy entre dos ponencias, el prefacio de la tesis, una de las revistas, papeleos varios para graduarme y para quedarme un año más en Texas no sin mencionar las labores diarias de una casa que parece venirse abajo si no comienzo a ordenarla a mi manera.

Mi humor no decae. Digo a quien tengo cerca que estoy en modus zombie. La ventaja es que no muerdo a nadie yo, solamente, ando entre aletargada y buenas noches.

1,2,3

1. La tesis está lista.

2. Ya entregué la introducción para su segunda (y con suerte, última) revisión.

3. El prefacio sigue siendo un embarradero de teoría y chocolate.

 

seguiremos informando.

y ellos, bien listos…

no se dejaron doblar por el reto. Oímos la Chilanga Banda, atención a las tres primeras estrofas, hicimos un breve escaneo de vocabulario, reímos, discutimos y luego comenzaron su traducción. Había que partir del hecho de que el juego con el sonido CH se iba a perder pero que podía ganarse ese espíritu a través de un arsenal de slang, había otra opción, traducir hacia un inglés shakespeariano la estrofa asignada de la canción.

 

¿El resultado? Una de mis mejores clases de traducción literaria. Feliz muy.

y yo, bien pinche

como tengo que hablar de la traducción cultural y de coloquialismos voy a jugar con mis alumnos mañana y voy a ponerlos a jugar con su lenguaje y hacer una traducción hiper-creativa de chilanga banda de Jaime López.

Inserte risas maléficas aquí.

en el día de san valentín

Mi mejor amiga vino por mí, compramos algo de tomar y, en su carro, volamos a un festejo de San Valentín como ninguno. Nos estacionamos en el Centro de Gobierno y caminamos suave y lentamente a nuestro destino: El Registro Civil. Tomamos un numerito, el 14A, nos salió. Nos sentamos y en menos de cinco minutos llegó nuestro turno. ¿En qué le puedo ayudar? me dijo la señorita. Vengo por mi acta de divorcio, le dije. Firme, tranquila. Me preguntó fechas, nombres, tecleó un par de cosas. Mi acta no estaba ahí. La de mi amiga, tampoco. ¿Seguimos casadas? preguntamos. No, no seguíamos casadas, era sólo que el trámite no se hizo completo.

No les hago el cuento largo, un par de llamadas, un par de explicaciones resolvieron el asunto. Hoy tengo en mis manos un papel que se emitió en el año 2000, un papel que hace constar que hace trece años dejé un proyecto que creía mío.

Mi San Valentín fue, también, un acto de amor.

hermosillo

con sus cielos, bulevares, sus yucatecos, su gente, su comida, sus policías por todos lados, sus militares, sus militares, sus militares.

el viaje que no fue viaje

Janos, ChihuahuaCruzamos a las cuatroycacho de la tarde, yo con mi mochila, él con mi maleta. Nos detuvimos en el sitio de TAXI, ¿cuánto a la central de autobuses? Nos despedimos, un beso, un abrazo, un mecuidasamihijo. Pocas veces entro profundo en Ciudad Juárez pero cuando lo hago siempre tengo la misma sensación, entre el derrumbe y la novedad. Menos militares esta vez, más policías, menos preguntas.

Llegué a la central, a las 6 sale el camión. Espero con libro en mano: Sweet days of discipline de Fleur Jaeggy. Finalmente es hora de irse, para entonces ya está oscuro y no hay luz para leer. Me acomodo, me tomo la pastillita rosa, me acomodo esperando que al abrir los ojos estemos en casa, la otra casa.

 

Nada.

 

Cuando mucho avanzamos tres horas, tal vez cuatro y nos quedamos en Janos –siempre me ha parecido tan gracioso ese nombre: Janos, entre lépero y noséqué- lo que ocurrió es que la nieve devoró la carretera y no hubo forma alguna. Dormimos aquí, seguimos aquí, ¿iremos a vivir aquí?

La señora de al lado, que me odió cuando le dije que ese era mi asiento, ha pasado la noche y la mañana en la cafetería, cargando sus teléfonos, la veo dueñayseñora de la única conexión eléctrica disponible. La gente habla de ella. Todos la odian ya. Yo después de pagar 5 pesos para ir al baño y comprarme un Jumex me regreso al camión. Somos varios los que decidimos esperar ahí, sin frío ni expectativas. Las dos señoras de atrás, me pregunto si son amigas, si son consuegras, si son qué, se la han pasado entre la risa y la discusión. Se hablan de usted. Se quejan la una de la otra con la una y la otra “mire, ya me quitó otra vez la cobija”, “ah, cómo será quejosa, cuando va a cambiar?”, “no, yo a mi edad ya no voy a cambiar, me imagino que a la suya, menos…”. Las escucho hasta quedarme dormida.

 

Luego sueño.

Sueño que no acabo de pasar un fin de semana infernal con el hijo que dice que ya no quiere vivir en la texana tierra. Sueño que no siento que el corazón se me dobla cuando tengo que decirle que no, le doy razones, él está en la edad en que no existen las razones. Llora un poco, se enoja. Y lo veo perdido, tengo ganas de decirle está bien, vive allá… pero no, no lo voy a hacer, ¿me dejará de hablar hasta cumplir los 18? no lo sé pero como sea nos hablaremos a señas pero estaremos juntos, juntos en esta ciudad que tanta paz nos ha dado, juntos en este lugar donde ha crecido enormemente, juntos en este lugar donde estamos construyendo un hogar que él todavía no ve. Los dulces días de la disciplina.

 

Despierto del sueño que no fue sueño y seguimos aquí. El frío después de la nevada. El vacío después de una pelea. El viaje, el viaje largo de un hogar a otro. ¿Cuántos retenes, cuántas horas, cuántos kilómetros faltarán para dejar este viaje que no fue viaje?

 

Sylvia, siempre

imgres-1Era el 11 de febrero, en un invierno especialmente crudo de Londres. Sylvia Plath dejó comida y agua en el cuarto de sus hijos, se tomó unas pastillas para dormir, encendió el gas del horno y metió la cabeza adentro. Había pasado algún tiempo de su vida imaginando muertes…

Mariana Dimopulos aquí.

para los días de la chingada

anoche cuando te fuiste a la cama te sentías de la chingada. esta mañana te sentías de la chingada y hacia mediodía, después de una acalorada discusión con el preadolescente de tu vida, te sentías aún más de la chingada. hay días así, lo sabemos, pero cuando tienes días así se te olvidan que sólo son días así y sientes que son infernales semanas, meses, años así. sientes que no has superado esa cosa de sentirse de la chingada que comenzaste a experimentar a los siete años cuando no te amaneció la Comiditas Lily-Ledy bajo tu árbol de navidad.

pero entonces. tomas el teléfono y le llamas a tu hermana. a tu hermana que nació muchos años antes que tú y que reapareció en tu vida muchos años después. le cuentas, le cuentas todo. inicias con lo principal: me siento de la chingada. y ella te escucha y ella te aconseja y ella comparte y ella con toda la empatía y el amor del mundo te dice lo que nadie puede decirte como ella. y ella con toda la valentía y la fuerza del mundo te comparte lo suyo, sus propias de la chingada que ha tenido y como que entre la acumulación de delaschingada el peso se siente menos.

cuelgas. te haces un té verde. trabajas frente a la pantalla un rato. llenas la tina de agua caliente y sales y dejas que ese sentimiento se ahogue a la chingada.

y así seca, en piyama, relajada, decides dejar las grandes decisiones para otro momento.

así que para los días de la chingada el único remedio es tu hermana mayor (puede también utilizarse una prima, una vecina, una amiga, una mamá -propia o ajena-) (pero nada, nada, nada como una charla con tu hermana mayor).