El lunes pasado Philip Levine estuvo en El Paso. Mi departamento organizó un cena-show para él. Nos pidieron a cuatro alumnos que eligiéramos un poema de él y que buscáramos uno nuestro que, de alguna manera, pudiera sostener un diálogo con éste. Yo, no tenía nada. ¿Lo que hice? Buscar un poema de él y dejarlo que me hablara, que me dijera, que me dirigiera hacia el propio.
Elegí A Woman Waking, que pueden leer aquí, y escribí esta pequeña prosa que, claro, me lleva de la mano a un camino conocido. Cuando terminé de leer, le di las gracias a Levine y él dulce, encantador me dijo: No, gracias a ti. ¿Hay algo mejor que eso?
LA MUJER QUE OLVIDÓ CÓMO DESPERTAR
Se casó cuando apenas tenía 14 años, quiten esa cara, así era en esos tiempos. Hablo de cuando en México había una revolución, hablo de cuando había que cuidarse de no morir por una bala perdida. Sí, así, como ahora.
Cuando se habla de ella la llaman Nenita porque así le decía su papá, porque así la llamaba su esposo, porque en eso, en eso se convirtió. Una Nenita.
A los 27 años la Nenita comenzó a enfermarse. Se le fue borrando el mundo y sus palabras. Las cosas estaban ahí pero ella no sabía nombrarlas. Luego vino el sueño en vida. Sus ojos, su sonrisa, su mente toda en un universo que nadie comprendía. Todo desapareciendo frente a sus ojos. Dice la tía que a veces, de pronto, sonreía. Yo digo que le pasaba cuando recordaba algo. Su primer muñeca, el parque junto a su casa, el sabor de un chocolate, su boda, sus dos bebés. Con los años la Nenita fue olvidándolo todo, se olvidó de cómo comer, de cómo hablar.
Un día, simplemente, no se acordó de despertar.