y aunque tiene tintes de telenovela colombiana al menos puedo decir que en definitiva no es una película de disney.
Fin.
Espacio de Ocio y Escritura de Sylvia Aguilar Zéleny
y aunque tiene tintes de telenovela colombiana al menos puedo decir que en definitiva no es una película de disney.
Fin.
“Peter used to say that an artist’s job is to make order out of chaos. You collect details, look for a pattern, and organize. You make sense out of senseless facts. You puzzle together bits of everything. You shuffle and reorganize. Collage. Montage. Assemble.”
― Chuck Palahniuk, Diary
A mediados de junio mi madre recibirá su cuarta y última quimioterapia. Estuvo aquí unos días, de visita. Lo tremendamente cierto. Su cuerpo más pequeñito, delgadito, sus manos que a veces tiemblan y, otras veces, son las mismas de siempre, las manos que acarician, las manos que roban esto o aquello de tu plato, las manos que -¿cómo no?- hacen la labor del copiloto diciendo por donde debe uno ir (en la calle y en la vida).
Mi hermano, mi cuñada y mi padre han sido los principales guardianes de su enfermedad. A mi hermana, mi otro hermano y a mí tan sólo nos ha tocado oír de cómo van las cosas, nos ha tocado imaginarnos, nos ha tocado cuestionarnos esta cosa de la distancia.
Mi madre dice que no tiene miedo. Y le creo. Me queda claro: los que tenemos miedo somos los otros.
Murió una de las mejores amigas de mi madre. Cuando platicamos de ello por teléfono mi madre se hizo la fuerte, no lloró pero llenó el espacio con esos silencios que quiebran. Martha, una vez, nos cedió su casa una semana… la hicimos el refugio que necesitábamos. Las razones poco importan pero la imagen que recuerdo de ella es dándonos la llave y diciéndonos que nos quedáramos ahí cuanto quisiéramos. Ya no manejaba, ya no salía de casa y como mi Madre ahora está en las mismas, mantenían comunicación por teléfono. Un ring menos a la semana.
Well then, let’s make everything round it disappear, so that nothing remains here that doesn’t belong to it, they alone, they must be examined very closely, they alone distinguish it from all the other trees, they are its special peculiarities…those branches of pale pink flowers…fluffy, vaporous…they float all around it…they surround it with a slight haze…Something is becoming condensed, is going to seep out… what is it? It’s something merry, yes, laughing, it laughs…frisky, it frisks…frisk…Tamarisk…no possible doubt, it’s a tamarisk…at one stroke it’s all come back…a tamarisk…Talisman came quite close, but it wasn’t any use…how could that coarse, cumbersome lisman stuck on to Ta have helped to track down, to arrive at tamarisk? Ta-ma-risk.
Here, Nathalie Sarraute
Estoy entre cinco autores. Vivo mi primer encuentro con Nathalie Sarraute con su Here y con Chuck Palahniuk con su Rant. Revivo, por otro lado, la narrativa sórdida y sutil de Sofi Oksanen con su Las vacas de Stalin. Establezco, además, una nueva y flamante relación con Emily Dickinson. La quinta autora es Tina Fey, pero a ella no la leo, a ella la dejo hacerme reír -cuando más falta me hace- a través de uno y otro episodio de 30 Rock.
¿Qué hago? No lo sé. Exploro puntuación, rudeza, estremecimiento, humor.
O algo así.
Aquí.
Yo no sé por qué
mi Madre
me dio su nombre
justo a mí,
y no a mi hermana,
que es la mayor.
Nunca, nunca
se lo he preguntado.
Hace poco le pregunté,
eso sí,
Porque mi nombre es con Y
en vez de I, como el suyo.
“Eso no lo decidí yo,
así lo puso la del Registro Civil”.
Cuestión de suerte,
pienso.
Los Gatos Sabrán
La lluvia caerá de nuevo
sobre tu suave pavimento,
una lluvia ligera como
un suspiro o un paso.
La brisa y el amanecer
florecerán de nuevo
cuando regreses,
como si bajo tu paso.
Entre flores y alféizares
los gatos sabrán.
Habrá otros días,
habrá otras voces.
Sonreirás a solas.
Los gatos sabrán.
Escucharás palabras
viejas y gastadas e inútiles
como disfraces abandonados
tras la fiesta de ayer.
Tú también harás gestos.
Contestarás con palabras—
cara de primavera,
tú también harás gestos.
Los gatos sabrán,
cara de primavera;
y la lluvia ligera
y el amanecer de jacinto
que arrancó el corazón de aquel
que espera nada más por ti—
son la triste sonrisa
que sonríes a solas.
Habrá otros días,
otras voces y renovaciones.
Cara de primavera,
sufriremos al amanecer.
Traducción del italiano al inglés: Geoffrey Brock. Traducción del inglés al español: Sylvia Aguilar.
Nació en una familia de artistas. Su papá pintor. Su mamá ceramista. Creció rodeada de colores, pinceles, arcilla. Creció rodeada de un mundo de imágenes. De pequeña ella y su hermano acompañaban a sus padres a los museos y estos, para poder tomarse su tiempo de ver cada pieza, dejaban a los niños por su cuenta: una libreta a cada una con la misión de escribir o dibujar todo aquello que les pareciera importante. La niña, por lo tanto, descubrió el arte antes que las muñecas.
Cuando llegó a la Escuela de Diseño de Rhode Island ella ya sabía que era artista, ella ya sabía que era fotógrafa. Dueña de su cuerpo, dueña de un ejercicio de luz, de sombra, de forma, exploró y encontró su voz. Se tomaba más en serio a sí misma que cualquiera de sus profesores y, como suele suceder, que cualquiera de los galeristas de la época. Sus imágenes parecieran hablar de soledad, de tristeza. Yo digo que hablan de vida, de presencia, de certeza.
Lo último que hizo fue lanzarse por la ventana y hacer una fotografía. Tenía 23 años. Se llamaba Francesca, Francesca Woodman.