UNA CASA

Ayer en mi caminata vespertina vi una casa. Una casa vieja, una casa blanca, una casa vacía, una casa hermosa. La he visto varias veces pero apenas ayer la vi-vi. Iba a pasarla de lado pero la casa me llamó, vi que la reja estaba abierta, estuve a punto de entrar pero me detuve, retomé mi camino. O eso intenté. Un señor estaba ahí, regando plantas. Sin mirarme siquiera él sabía que yo estaba ahí. Me hizo una seña, me sonrió en ella, fue como si dijera: ande, pásele. Era el dueño. La casa está en venta. Y no intentó vendérmela, lo juro, intentó en todo caso contarme cómo fue que la compró, cómo esa fue su primera casa propia, cómo ahí se fue a vivir con su esposa cuando recién se casó, intentó contarme todo lo importante que es esa casa para él. Parecía, en todo caso, que no quería venderla, que quería mantenerla así: intacta. Me mostró cada habitación, me explicó todo lo que había trabajado en ella y, cuando me llevó al patio estaba frente a mí gigante y hermosa una higuera. Aquí es cuando yo les platico que las higueras me hacen pensar en mi mamá porque las higueras la hacen pensar en su mamá. Las higueras siempre me conmueven como si al verlas abrieran una puerta de emociones y nostalgias. El dueño, se llama Saúl por cierto, cortó dos higos, los lavó y me los dio. Y en los higos había tanto.

Ayer en mi caminata vespertina vi una casa. Una casa vieja, una casa blanca, una casa vacía, una casa hermosa, una casa que por un rato tuve ganas de que fuera mía.

Prueba irrefutable 2

¿Yo nunca viví en el DF? le pregunté de chica a mi mamá y ella me dijo que no, que nunca. Y desde entonces he pensado que esa imagen de una especie de guarderia/hospicio (recuerden, lo dramática me viene de nacimiento) es sólo un sueño: las mesitas pequeñas, los platos de metal, los pasillos largos, la sala de la doctora que te pesa y te mide, los otros niños y niñas llorando porque sea hora de la salida y la hora de la salida no llega nunca. La oscuridad de un lugar con sabor a viejo.

photoEntonces, apareció esta foto, esta foto que es prueba irrefutable de que yo sí estuve en una guardería/no-hospicio en el DF en algún momento de mi vida, ¿algún verano tal vez? mientras mi mamá estudiaba en la Normal Superior. He aquí mi cartilla y en ella, además, se observa cómo desde entonces el dilema de la I/Y de mi primer nombre y de la V/B en mi segundo nombre comienza a construirse.

prueba irrefutable 1

Muchas veces hemos discutido sobre este asunto y ella siempre insiste en que yo estoy mal, que sí las compró y que para el baile ese yo llevaba las zapatillas doradas. Yo le refuto, le digo que no, le digo que se le olvidó y que un día antes me llevó al centro a buscar unas, que en la zapatería sólo había verdes así que compró papel china o algo así de color amarillo y así me mandó al baile.

photo (1)El punto es que ayer encontré una prueba irrefutable, encontré la dichosa foto que muestra las malditas zapatillas que eran verdes con pegostes amarillos y no doradas como las que traían todas todas todas las otras niñas. Mi madre no supo más que decir la verdad: en esa época yo tenía dos empleos, cuatro hijos, un marido muy latoso… así que no tenía cabeza para nada, supongo que lo resolví como pude. Pum, me desarmó.

Ahora siento que mis zapatillas verdes con pegostes amarillos se ven más doradas que nunca.

del desierto al desierto

Vine a Hermosillo a cuidar a mi madre. Vine a Hermosillo a cuidar a mi padre. En los varios paréntesis aproveché para ver a mis amigas, cada una en su momento. En los varios paréntesis leí un montón. En los varios paréntesis vendí libros, me deshice de aquello a lo que ya no voy a volver.

Vine a este otro desierto para soltar las últimas amarras. Vine a decirles que me quedo allá, que me acomodo allá.

Preparo ahora maletas, preparo ahora ánimos para el viaje de regreso, me llevo otros libros -los libros a los que sí, a los que aún necesito volver-, me llevo la sonrisa de mis padres, el cariño de mis amigas, me llevo un calor tremendo porque -no mamen- ¡estamos a 50 grados centígrados! Me voy a mi otro desierto, me voy a ese otro lugar donde la vida me sienta bien. Me voy del desierto al desierto.

Pero no voy desierta.

y entonces la risa

después de días grises. después de días de arrastrar la cobija: hoy reímos. reímos porque mi mamá dijo una cosa y luego mi papá otra y luego yo una más y de pronto todo era carcajadas.

y entonces la risa nos devolvió el ánimo… ME devolvió el ánimo, prometo posts más divertidos de ahora en adelante.

los monstruos invisibles

Monstruos invisibles es el título de la novela de Chuck Palahniuk que ahora leo. Monstruos invisibles son, también, esas cosas extrañas que uno no ve y que sabe que están, que lo persiguen a uno, que se posan en el hombro y le susurran miedos y terrores que en realidad uno no necesita y que, para colmo, uno no sabe si verdaderamente están ahí.

Anoche los monstruos invisibles se acomodaron en mi cama y no me dejaron dormir. Me dijeron cosas que no. Me dijeron cosas que ay. Creo que se han acercado porque me vieron sola, me tomaron descuidada. Nada de lo que dicen tendría sentido si yo estuviera en mi amplia cama con mi guardián barbudo. O tal vez sí, tal vez nada detiene a los monstruos invisibles.

La novela, por cierto, nada tiene que ver con esto o tal vez sí y no lo alcanzo a ver aún. Seguiremos informando.

es el turno de una

Hay que ser responsables. Especialmente porque se tiene un hijo, un novio y el novio viene con hijo incluido. Hay que ser responsables y considerar que dadas las circunstancias de salud en la familia es el turno de Una de ir al médico y hacerse lo que sea necesario para descartar los dos enemigos del momento: la osteoporosis de mi padre y el cáncer de mi madre. No miento: tengo un poco de miedo. No miento: tengo un poco de confianza de que mi cuerpo no me va a traicionar porque si yo estoy enferma ¿quién demonios hará reír a mi gente?

Y si algo pasara y si algo dijera el médico o los estudios pues eso que va a ser el turno de Una de cuidarse y hacerse responsable de los improperios de los que es capaz el cuerpo de una y de cualquiera.

No hay más.

cuando yo era niña

era realmente muy bruta. pensaba que Europa era un país. jugábamos al STOP en la calle y cada uno en su lugar escribía con gis el nombre de un país: Estados Unidos, México, Grecia, Londres… yo puse Europa, “pero Europa no es un país”, dijo alguien. yo no lo sabía pero hice como si sí y dije que no importaba que a mí me gustaba Europa y que Europa lo tenía todo. entonces alguien más puso América y supongo que alegó lo mismo que yo. el caso es que cuando yo era niña era muy bruta.

NATSIDÚ

Nos hemos peleado como dos o tres veces. Pero como despacito, como sin mucho aspaviento, como sin ganas de hacerlo. No sé cómo le hacemos pero lo arreglamos. Cuando hay algo que nos tropieza creo que tomamos amorosa distancia y luego volvemos al mismo punto que nos unió un día. Es como cuando por más que quieres estar seria te gana la risa. Natsidú tiene 14 años en mis páginas. Nos hicimos amigas en una oficina -de la que después huimos- y compartimos amores desamores mudanzas hijos bolis yoga mudanzas meditación relajo manicures tintes buenosmalosyregulares mudanzas y vida, mucha vida. ¿Ya dije mudanzas?

Creo que es mi relación más larga, una que parece que acaba de comenzar y que nunca terminará.

Próximamente: syl y nats, la quinciiiañera.

caminar aquí, caminar allá

Estoy en el terruño, estoy en la Sonora Tierra. Vine a ver a mi madre, que estáenferma; vine a ver a mi padre, que está enfermo; llegué con una maleta con tres pantalones, seis camisetas, tres vestidos, tres libros, dos pares de sandalias y un par de tenis. Traigo, además mi ropa para caminar. Me gusta caminar, no me canso de decirlo. Camino aquí, camino allá. Recorro de dos a tres millas diarias una calle, una pista, un baldío, lo que se me cruce. Antes caminaba para pensar, ahora camino para no pensar, para desprenderme de este dardo que es la vida y la enfermedad y la familia y la forma en que las tres circulan.

Caminar aquí, caminar allá me ayuda, me regresa a casa cansada pero con aliento, es mi manera de mantenerme fuerte, de hacer que mis piernas me sostengan estables cuando todo lo demás no lo es. Caminar aquí, caminar allá es una forma de recordarle a mi cuerpo que debemos continuar, aquí, allá. Viviendo.