y no escuches

porque pensar en ti

es un poco pensar en todo

lo que ha precedido,

en todo lo que vendrá después

y en lo que no será nunca

y estoy triste

por todo esto demasiado tarde

o demasiado temprano;

y digo que estaré esperando,

aún sin esperanzas,

de regreso de todo,

hasta de ti,

aunque ni a ti te importe

y no escuches.

 

Abigael Bohórquez

Hoy cumples 53 años

¿Te acuerdas cuando fui al DF a celebrar tu cumpleaños 50 y resulta que me adelanté un año y festejamos los 49? ¿Te acuerdas de cuando a los 9 años me prometiste una pluma fuente bañada en oro y me hiciste un contrato que guardé y guardé hasta que la dichosa pluma llegó a mis manos? ¿Te acuerdas cuando me montabas en tu bicicleta? ¿Te acuerdas cuando vivimos juntos en una ciudad y que yo me puse de novia con el hijo de tu novia? ¿Te acuerdas cuando escribíamos cuentos juntos? ¿Te acuerdas las muchas veces que nos peleamos y que nos dejamos de hablar por temporadas para después reanudar como si nada se hubiera pasado? ¿Te acuerdas cuando te hice prometerme que si algo me pasaba a mí tú velarías por Juan? ¿Te acuerdas cuando te hice prometerme que no me dejaras sola si algo le pasaba a nuestros Papás? ¿Te acuerdas cuando me dijiste que tenías una hija y que no sabías si te atreverías a buscarla?

Yo sí, yo me acuerdo de todo, de todo esto y más. Lo que no sabes, porque aunque eras un hombre maravilloso también eras un hombre con defectos panzones, lo que te perdiste es que tu hija es ahora MI sobrina, tu hija tiene dos hijas y tu hija se ha vuelto parte de mi semana, tu hija que no supiste buscar, querer, cuidar, está ahora en mi vida. Y yo prometo, no a ti sino a ella, que yo la voy a querer, la voy a cuidar. Hermano, hoy cumples 53 años y, tienes que saberlo, hay cosas que no entiendo todavía y que sin embargo no me hacen dejar de amarte, de extrañarte.

 

amor a los casi quince

Mi el de catorce es el de casiquince y está enamorado. Tiene una novia muy bonita de pelito largo que toca el violín. Aparentemente no sabe quién es AC/DC pero no importa porque es probable que mi hijo confunda a Bach con Mozart (y eso si sabe quiénes son). Se le ve contento, desde el lunes ya medio tiene permiso de la suegra para ir a hacer tarea allá. El otro día fue a un concierto de ella y le llevó flores (a la novia, no a la suegra). Dice que sería perfecto casarse con ella (con la novia,claro) pues, de tener hijos, ella sí aceptaría que el primero hijo se llame Peligro (como si no fuera suficiente que el chamaco se apellide Casanova, claro). El de casiquince sabe que está prohibido traer nietos aquí pero sabe, también, que hay que ser un caballerito o algoasí.

Parece increíble que mi gordito que decía que se llamaba “Tono” al no poder decir “Antonio” sea de pronto un jovencito que vive el dichoso amor a los casiquince.

Todo eso es yo

El año pasado me dieron una beca para escribir una novela. Dentro de diez días tengo que entregar la versión final y no estoy preocupada. La dejé descansar todo diciembre y entrandito enero la retomé: revisar, corregir, escribir y reescribir. De pronto la historia de Julia es la historia de una niña que es todas las niñas, es decir todas las niñas que viven en una ciudad en la frontera donde abundan las muertas, los muertos, los balazos, el miedo feroz que, sin embargo, se sobrevive viendo a Hanna Montana.

La entrego y la dejo descansar, acomodaré a Julia en un cajón y tomaré aire para irme a andar en bicicleta, para caminar en el centro, para volver a yoga, para -demonios- darle frente a frente a ese otro proyecto que se asoma en mi ventana.

De veras que todo eso es yo.

 

estar triste

Estar triste tampoco es lo que parece. Cuando pasa algo malo, pero malo de verdad, por mucho que llores, lo peor no es llorar, que eso a veces hasta está bien, porque te quedas nuevo, lo peor empieza cuando ya no puedes llorar más, y entonces te das cuenta de que la tristeza es más bien algo sucio, como un grumo gris, espeso, una pelota de barro dentro de los pulmones que pesa y la notas al respirar, todo el tiempo, porque empiezas a soñar que tu hermano está vivo, y te despiertas de puta madre…

Almudena Grandes, Estaciones de Paso.

The Anxious woman

Estoy leyendo The Shaking Woman or The History of my Nerves de Siri Hustvedt. Es mi primer encuentro con una autora a quien sólo había leído en pequeños artículos. Es fascinante. Narra cómo, al dar un discurso en honor a su padre, comenzó a temblar. Su cuerpo entero un temblor incontrolable. Pero ella pudo seguir  hablando, su voz no se veía afectada por aquello que se adueñaba de su cuerpo. Un cuerpo que parecía que explotaría en cuestión de segundos.

Pensé en mi ansiedad, en esta cosa rara que me habita desde hace siglos. Mi cuerpo no tiembla, no por fuera, no frente al público pero sí resuena. Tiembla por dentro. Es un cosquilleo un ir y venir de energía inexplicable. Una cosa rara que no puedo controlar. Una enfermedad que hace que todo se mueva, como un chispazo de energía no solicitada. Algo que sin embargo, por muy inconveniente que sea, nunca me ha llevado cerca de una explosión.

Leyendo a Hustvedt he descubierto que cada enfermedad tiene una cualidad como de alien, una sensación de invasión y de pérdida del control que es evidente en el lenguaje que usamos. Me pregunto, entonces, cómo será el lenguaje de mi ansiedad. Me veo de pronto como Sigourney Weaver con su octavo pasajero.

 

In the need of hearing something good.

Estamos en días grises. Y la luna llena en todo su esplendor. Solicito atentamente al universo historias buenas, anécdotas de final feliz. Fotos del mar, del sol, de la montaña. Cuéntenme, anden, cuéntenme algo bonito para acordarme que no todo es gris aunque estemos en días grises.

CADA CENTAVITO ES UN TE QUIERO

Hoy fui a leerme el tarot. No importa si creo o no, importa que fui. Ella, cabello largo, rubio y con la mirada de una mujer que ha vivido muchas vidas me preguntó mi nombre, mi fecha de nacimiento y la de mi esposo. Me sorprendió, ¿cómo podía saberlo? Comenzó a poner una carta tras otra, me dijo esto, me dijo lo otro y ahí, de inmediato salió él. Mi hermano.

Me habló de él como si ella misma lo hubiera conocido. Como si supiera todo. Me dijo que se fue en paz, que estaba preparado, me dijo que está bien. Me preguntó luego si en efecto me estoy encontrando moneditas de centavo en todos lados. Le dije que sí. Porque sí, están en todas partes, solo hoy de mi monedero salieron siete. Esas moneditas las pone él, para ti. Cada centavito es un te quiero de él para ti. Dice que no te preocupes, dice que le digas a tu hermana que la quiere, dice que está bien, que lo acompaña tu tío y una de tus abuelas.

He pasado todo el día triste, pensándolo, extrañándolo, hablándole un poco. Él me dice te quiero, lo sé porque desde el lugar en que escribo puedo ver una monedita bajo mi escritorio.

9 de enero

Hoy hace tres meses que murió mi hermano. Dentro de veintiún días hubiera cumplido años. Hoy pienso en él, ayer también lo hice, el día anterior: igual. Se me aparece de tanto en tanto durante la semana, una palabra, un recuerdo, un sonido, un carro, un perro. Cositas simples para el mundo pero trascendentes para él, para el Él que era cuando estaba conmigo.

Me pregunto que hace ahora donde quiera que esté. Me pregunto si se ríe de nosotros, si toma vodka en el desayuno, si ya coincidió con Lou Reed en alguna nube.

Me pregunto qué hace Gerardo David, hoy.