ERMITAÑA

Ya llevo un poco más de un mes. Primero por lo del pie. Después, porque sí. No le llamo a nadie. No visito a nadie. En las últimas dos semanas voy del trabajo a la casa de la casa al trabajo, con paradas estratégicas en casa de los padres.

No tengo aún bien claro por qué. No es una cuestión de tristeza, no. Simplemente, de pronto, lo que más atesoro es estar en casa, escuchar música, sentarme a leer, a releer. A escribir o a reescribir. Prepararme un té (helado o caliente) y observar mis paredes. Sobran un par de cuadros, faltan un par de fotos. Hay tanto aún qué hacer.

Lo bueno que hay tiempo, mucho tiempo.

IN ENGLISH (please)

My mom sent me to english classes when I was nine. I hated it. I quit a year later.
My mom sent me to english classes when I was fourteen. I hated it. But couldn’t quit.
I became an english teacher when I was eighteen. I hated it, as soon as I could, I quit.
I started reading literature in english when I was twenty. I loved it and couldn’t quit.

This semester I’m teaching Modern Literature and Art History. Yup, I’m teaching both classes in english. I love my classes, I wouldn’t quit.

This language is in my life, again. And i have finally understood, it loves me, it seems el muy necio just can’t quit.

MY DREAM (too)

I dream of a dream.
I dream that my dream shall someday come true.
I dream that all my dreams shall not remain just a dream.
I dream for that day when all these dreams are realized.

G. Siva Shankar

TÚ DICES, YO DIGO…

Dices que construyes historias para mí, dentro de ti. Que vas dibujando un espacio infinitamente cómodo (me gustan tus adverbios), un lugar que me reciba con las puertas abiertas que son tus brazos. Y yo no puedo sino sonreír. Tus palabras alivian este dolor de alma que en los últimos dos días me atosiga. El diablo, como le llamas tú.

Yo no digo nada. No he podido escribir(te). Ni rastro de esos largos correos que acostumbro, donde te hablo de mi semana, donde te hablo de mí. Parece que todas las palabras, las más magníficas, me las ganaste tú. No encuentro ninguna que sea capaz de responder algo que medianamente (ay, mis adverbios) pueda compararse con esa resolana tibia que has enviado a mi correo.

Tus palabras sacuden la soledad, la distancia, la incertidumbre.
Yo, no tengo palabras. Lo siento.

Pongo mis manos en el teclado y no sale nada.
Pero estoy segura de que si estuvieran sobre tu piel, sabrían muy bien qué decirte.

PREOCUPACIÓN GENERAL…

Una no puede sino sentirse invadida por una preocupación general (y generacional) cuando su único hijo de seis años te pregunta: ¿la página es dobleu dobleu dobleu punto cartoon network punto com… o dobleu dobleu dobleu cartoon network punto com punto eme equis? El pequeño te mira y admite: es que no me acuerdo bien.

¿qué sigue? ¿analizará bases de datos de la nasa?

QUETZALCÓATL, LA VIRGEN de GUADALUPE Y EL MACHO MEXICANO

¿Qué tienen en común Quetzalcóatl, la virgen de Guadalupe y el macho mexicano?

No, no piense usted que así comienzo un chiste (aunque de seguro habrá un chiste que comience así).

La verdad es que bajo esa premisa: quetzalcoatl, la lupe y el macho aprenderé sobre los símbolos en mi clase de Filosofía de la Cultura. Al parecer hasta tendré que escribir un ensayo sobre cada una de estas figuras. Qué miedo.

Se me ocurre que en vez de ensayo puedo hacer un performance, grabarlo y mandárselo por attachment a mi maestro. Sólo hay un problema ¿dónde venderán penachos? ¿dónde habrá capas de virgen de guadalupe? ¿´de cuál de todos los fregados machos mexicanos podré teorizar?

Cualquier sugerencia para mi performance-ensayo-de-la-maestría será bien recibido.

CHOC CHOC CHOCOLATE!

La otra noche alguien me llamó al celular, alguien a quien conozco desde hace siglos pero con quien creo nunca había hablado por teléfono. Borró parte de mi extrañeza con un buen saludo. Luego, me dijo… ¿a qué no sabes para qué te llamo? En los diez segundos siguientes pensé en dos mil opciones. Ninguna de ellas acertó. Te llamo porque estoy seguro de que tú tienes un libro que quiero que me prestes. ¿Título? Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate.

Resultó que esta persona también es ávido lector de Roald Dahl, tiene libros que yo no. La magia de la palabra intercambio. Cuando vino a casa por el libro, cuando dejó otro para mí me parece que había un algo, como una risita que no lograba esconderse en la seriedad de dos adultos que se prestan libros, y es que eso de prestarse libros de un autor de literatura infantil tiene su encanto, su carácter risueño.

Es un hecho. La edad no importa. Hay lectores de Roald Dahl de toda las edades, formas, sabores y colores posibles. Una diversidad tan rica como los dulces y chocolates de Wonka.

RESUMEN

1.El pinchi tobillo sigue mal, ya me dijeron que la pinchi soy yo pero no hice mucho caso, yo le puse la férula los diez días correspondientes, cada día le pongo su crema, su venda, me tomo la medicina y el pinchi sigue un poco inflamado, un poco adolorido y un poco sin dejar dormir.

2.Cananea fue extraordinario. El viaje en carretera bajo un cielo nublado, lluvia, the decemberists en los oídos, un buen libro de cuentos en las manos. La presentación fabulosa, muchas preguntas, muchos comentarios, tres cuentos leídos a petición del público y libros vendidos. La Josefa es fabulosa, siempre lo diré.

3.La primer semana de trabajo, después de las vacas, ha tenido de todo momentos lindos, momentos de confusión, momentos de risa y sandwiches vegetarianos.

4.El enemigo guapo ya no es enemigo, se volvió un amigo bien suave que me presta discos, me hace reír y me habla de usted.

5.Mi celular recibe los mensajes más lindos, a diario.

6.El de seis se ha vuelto un delfín que cruza una y otra vez la alberca de extremo a extremo con una belleza extrema.

7.Mi novela ya está terminada y ya comencé otro proyecto.

8.Ya me inscribí en mi cuarto semestre de la maestría, llevaré dos materias muuuy interesantes que de seguro me sacarán canas verdes.

Conclusión: La vida es buena.

DÍA TRISTE

Esta madrugada el papá, sí él es su papá aunque de sangre no lo haya sido, de mi amada Ale murió. Hoy es un día triste.

LA PIEL MUERTA

David Miklos es el autor de una antología que me gusta mucho: Una ciudad mejor que esta, una rica selección de autores mexicanos contemporáneos que a petición del autor escribieron cuentos con una premisa: construir ciudades. Cada uno de ellos creó “territorios alejados de su devenir cotidiano, con el afán de eludir en lo posible los referentes comunes y situarlos en una atmósfera ajena, en aras de la ficción”.

Ahora Miklos vuelve al ataque, pero esta vez fue su turno de crear un territorio alejado de su devenir cotidiano a través de su novela La piel muerta. En ella, usted lector, se encontrará con un texto que juega con el lenguaje, con las voces narrativas y con el tiempo. Un experimento que no lo hace a uno olvidar que es eso un experimento pero que como tal vale la pena explorar.