Hace unos días alguien me preguntó ¿y tus hijos postizos, no han venido? Yo sabía bien a quiénes se refería: los cuatro pequeños bárbaros que viven bajo el difraz de alumnos cubriendo una identidad secreta (que construyen, reconstruyen y deconstruyen a diario). Yo me quedé pensando, ¿postizos? porque bueno, de hijos sí tienen algo, y no porque sean unos hijos de … (ji ji), sino porque hay un vínculo maravilloso entre nosotros.
Pero de postizos no tienen nada. La palabra postizo siempre me hace pensar en dientes o pelos… ¡Yaiks! En algo que te tienes que poner a fuerzas.
Y estos cuatro no son a fuerzas.
Me los pego con un gusto, me visitan en mi escritorio e inevitablemente me ponen de buen humor. Se asoman por el msn en mi ventana y me hacen reír. Me muestran sus logros, sus cambios, me hablan de sus planes, de sus negocios, de sus groupies y yo me siento orgullosa, como mamá-gallina con sus pollitos.
Así que respondí, son hijos pero no postizos y sí, vinieron hace rato…