EL CAMINANTE

La mañana del 25 de diciembre de 1956 unos niños descubrieron sobre la nieve de Suiza el cuerpo de un hombre, muerto por el frío. La policía llegó, se tomaron fotos y se movió el cuerpo de quien identificaron más tarde como Robert Walser.

El escritor Robert Walser.

Escribió varias novelas, la más reconocida: Jakob von Gunten de 1909, pero luego su vida pasó del insomnio al alcoholismo, de las pesadillas a las voces imaginarias hasta llegar a ataques de ansiedad que finalmente lo llevaron a un hospital mental. Ahí dejó de escribir argumentando que él no estaba ahí para escribir sino para estar loco. Así las cosas, lo único que llenaba su vida y lo que le llevó a la muerte era caminar. Caminar.

“With the utmost love and attention the man who walks must study and observe every smallest living thing, be it a child, a dog, a fly, a butterfly, a sparrow, a worm, a flower, a man, a house, a tree, a hedge, a snail, a mouse, a cloud, a hill, a leaf, or no more than a poor discarded scrap of paper on which, perhaps, a good child at school has written his first clumsy letters”.

Robert Walser, “The Walk”


“En el fondo, Ana siempre había tenido necesidad de sentir la raíz firme de las cosas. Y eso le había dado un hogar, sorprendentemente. Por caminos torcidos había venido a caer en un destino de mujer, con la sorpresa de caber en él como si ella lo hubiera inventado”.

Fragmento de Amor de Clarice Lispector (Brasil 1920-1977)

LISPECTOR

Ahí en uno de los estantes de la feria del libro hay tres, TREEES libros de Clarice Lispector editados por Siruela, el más barato cuesta trescientos (malditos) pesos.

de mo nios.

WEIRD LIST

la nariz de virginia woolf, las cejas de rosario castellanos, la altura de gertrude stein, los labios de inés arredondo, la melena de sylvia plath, los ojos de anne sexton, las manos de emily dickinson, el sabor de sandra cisneros, los tenis de banana yoshimoto, los lentes de susanna tamaro, los suéteres de susan sontag, la pluma de patricia highsmith…

LA OTRA MITAD

Por aquello que encontré en tus ojos
Por aquello que perdí en la lucha
Conocer la otra mitad es poco
Comprender que solo estar es más puro

Me pondré el uniforme de piel humana
No esperaba tanto resplandor.

Vivo, Cerati.

LA POESÍA DE CELAN

Paul Celan nunca la tuvo fácil, nació como un judío rumano que tuvo que sufrir la vida (si así se le puede llamar) en un ghetto y luego en un campo de concentración.

La vida (o algo parecido a la vida) lo llevó a diversos países, lo convirtió en traductor y luego en escritor. La poesía parecía el mejor modo para lidiar con la vida (o lo que él llamaba vida), aunque en realidad su poesía carecía de vida: la muerte es una constante. Uno lee Death fugue (su más famoso poema) y lo sabe.

E.M. Cioran decía que Celan era un hombre “profoundly wounded….too tormented to take refuge in skepticism”. Aquí, su poesía:

You were my death:
you I could hold
when all fell away from me.

A GOOD MAN IS HARD TO FIND

Esto no se trata de una verdad.
No.
Es el título de un cuento de Flannery O’Connor que hoy leí y que me dejó pasmada por su extraña mezcla de humor y violencia por la forma en que te lleva a pensar que “it’s no real plesure in life”

CHINESE FOOD

A mi familia le gusta mucho la comida china. De hecho hubo una época en que every-single-sunday íbamos a comer al mismo restaurant. Lo convertimos en nuestro lugar, así como en las películas: el lugar ese a donde siempre vas, donde siempre te sientas y donde llega un momento que todos te conocen.

En la mesa de esa esquina estaba el dueño, leyendo siempre periódicos y revistas de su país. Levantaba la mano en forma de saludo. En la caja una de las hijas siempre mostraba sólo la parte superior de su cuerpo, qué pantalón, falda o zapatos usaba no lo sabíamos, pasó de los early 30’s a los 40’s en un tris. Su apenas sonrisa nos recibía. La otra hija pasó de la adolescencia a la edad adulta, sus embarazos delataban el tiempo.

Uno siempre sabía qué pedir y qué iba a recibir
Todo era orden.

Luego lo olvidamos, nuestras agendas se llenaron de otras actividades y otros restaurantes.

Hace unas semanas el destino nos llevó de vuelta a nuestro lugar. Descubrimos que nuestro amado restaurant sufrió cambios. De pronto todo lo que está de moda estaba ahí: buffet, pizza y sushi se extendían en esa barra. El señor que normalmenté leía sus periódicos de la China, separaba la lechuga con sus deditos (¿llenos de tinta?) frente a nosotros. La cajera se afanaba trayendo y trayendo charolas de comida, su hermana cargando a un hijo en su espalda también lo hacía. La mamá traía el sushi y la pizza. No parecían darse abasto. La gente se amontonaba, empujones, colas, desaparición instantánea del arroz y del chop-suey. La comida prácticamente se preparaba frente a nosotros en condiciones casi anti-higiénicas.

Nos sentimos incomodísimos. Yo no podía dejar de pensar en un comedor para homeless, sentía que en cualquier momento llegarían personas arrastrando costales, cojeando o bien oliendo a licor barato. Me daba risa. Se me revolvía el estómago. El de seis (y medio) repetía que cómo era posible que vendieran pizza los chinos. Se nos agotaron las respuestas. Se nos acabó el gusto.

Mal comimos y pronto nos fuimos.
En el carro nadie dijo nada
y sin embargo sabíamos que ahí ya no volveríamos.

Hay pasados que no dan ganas de visitar.

¿Alguien conoce un buen restaurant de comida china para mis domingos?

APUESTA (de vida)

Mamá llegó el domingo. Todos se preparaban parair al aeropuerto excepto yo. No quería estar ahí, al lado del cristal, esperando mi turno para romper en llanto. Porque ella sólo traía a cuestas la soledad del que está de luto. “¿Vienes?”, me dijeron cuando llegó la hora. “No”, dije y por primera vez, nadie preguntó por qué.

Pero unos minutos después las paredes comenzaron a ahogarme, el techo pesaba, el piso no era el terreno cierto de todos los días. Tomé mis llaves y me fui al aeropuerto.

Sí, su llegada fue todo lo triste que esperaba.

Ya en casa,
lloramos juntas.
Sacamos todo aquello que veníamos cargando durante la semana.
Hicimos acuerdos.
La muerte de alguien siempre trae consigo una apuesta de vida.