UN ASUNTO MUY DELICADO (breve crónica de un robo)

Hay historias que uno no sabe ni cómo comenzar. Este es el caso. Uno le da vueltas y vueltas al asunto y de todos modos no sabe cuál será la palabra precisa, la frase detonante. Porque uno simplemente no tiene ni puta idea de cómo platicar lo que para unos podría ser un asunto cómico y para otros uno muy delicado. Y es que el robo de una botella en plena fiesta podría ser eso: un asunto cómico (o medianamente cómico), pero si uno considera que la botella era de champagne y un regalo de cumpleaños (he ahí el motivo de la fiesta) entonces el asunto se vuelve, en efecto, delicado.

Es importante aclarar que uno no se roba una botella (menos si es de champagne) por alguna razón en específico. Uno no amanece un día diciendo: esta noche me voy a robar una botella de champagne. No. Uno, simplemente, hace una operación aritmética al observar una botella de champagne en el refri, ningún anfitrión alrededor (al menos ninguno completamente consciente) (es decir, sobrio), un sacacorchos sobre la mesa (con un moño indicando que ese también era un regalo) y las ganas (las enormes ganas) de disfrutar tan preciada bebida con aquella morenita que viene de quién sabe dónde pero que no dejó de sonreírle a uno toda la noche (to-da-la-no-che). En menos de un minuto la dichosa operación aritmética se resuelve: botella, sacacorchos, ganas, morenita y ni un sólo testigo. El instinto es cabrón y uno lo sabe.
La champagne es un tesoro, la morenita otro y eso también uno lo sabe.
Uno, actúa. Agarra champagne, sacacorchos y morenita.

Lo malo, es decir, lo delicado viene al otro día, cuando uno se da cuenta de la gravedad de lo ocurrido. Cuando uno escucha el grito de horror de la cumpleañera por la ausencia (oh la triste ausencia) de su botella de champagne en el refri y cuando (peor aún) encuentra los restos de su preciado licor en dos copas con sendos cigarros flotando en ellas. A uno no le queda sino levantarse (del sillón donde al parecer uno se quedó dormido) fingir, hacerse como que no, mostrarse igualmente horrorizado, señalar unos cuantos nombres con su dedo índice. A uno no le queda sino repetir, y repetirse que, sin duda el robo de una botella de champagne es un asunto delicado.

Lo terrible, es decir, lo más delicado viene después… de la nada aparece una foto que lo muestra a uno al lado de la botella, con una copa en las manos. Uno está ahí (no hay duda) bebiéndose la botella de alguien más y así esto se ha vuelto un asunto muy delicado.

Foto: dacia, ale, gaby, estefania y monica. Posted by Picasa

NON SUCH (parte 2)

2. Then she appeared.
“Tienes que conocerla”, repetías en mi computadora; en el último mes era nuestro medio de comunicación básico. Entre tus viajes y mis tareas reunirse era casi imposible, hacía muchas lunas y muchas caguamas que no nos veíamos. Así que ahí, en mi pantalla, repetías: “Es una maravilla… lee, escribe, escucha música. Tienes que conocerla”. Yo te decía que sí, que luego, que con mucho gusto, que ya se daría la oportunidad. “¿Sabe quién es Elvis Costello?”, te pregunté. “No importa si lo sabe o no, importa la medida de sus palabras, la medida de sus ojos, el respiro quieto que me provoca verla”. Esto era grave, Costello ya no medía tus gustos.

Comenzaste hablar de cosas que yo desconocía en ti, cosas que no imaginaba que estaban en ti. Cosas que te desprendían de lo que solía creer de ti. Te escabullías, te me escabullías, la persona que creí conocer de memoria era otra, eras alguien nuevo, alguien embargado por una nueva forma de vida, tus palabras tenían brillo y ritmo propio. “Tienes que conocerla”. Repetiste una última vez. Y yo, afirmaba para mí: tengo que conocerla.

NO ONE

Escribo mensajes que no reciben respuesta.
Hago preguntas que tampoco.
Cuando la distancia es mucha y el tiempo tanto, ¿tendrá caso?

NON SUCH (parte I)


1. The meeting place.
A través de los años, ninguna noche ha sido distinta cuando estoy contigo. Siempre ha habido cierta cantidad de alcohol, la mínima; cierta cantidad de música, la necesaria; ciertas palabras, las exactas. Siempre hay que pedir encendedor, nunca está en nuestros bolsillo; siempre fumamos blancos, sólo blancos.
Siempre nos decimos que tú te enamoras de cualquiera que tiene por lo menos ochentaycinco centímetros de cadera y yo de cualquiera que sabe decir por favor… siempre nos decimos que si lo seguimos repitiendo se convertirá en algo cierto. Siempre nos reímos de la última vez que nos vimos porque siempre hay una última vez que nos vimos. Siempre nos despedimos con la sensación de que no hubo tiempo de decir nada, de decir todo. Siempre hay una radiante luna cuando salimos del bar.
Tú piensas que somos nosotros – tú y yo- los que construimos esta extraña complicidad. Yo insisto que no somos nosotros sino esta barra, este lugar… el meeting place.

RELATO

Hoy, mientras oía el nuevo disco de Royksöp llegué a la conclusión de que voy a escribir un relato sobre lupita y maximino quienes decidieron “formar una banda techno, la mejor de la Revolución”, la revolución va a ser la colonia donde ellos viven desde chicos. lupita y maximino se darán cuenta de que “hay que cambiarse los nombres primero” porque los suyos “no son cool”; entonces, maximino decidirá y así “seremos maxx y loope.. por lo de los loops, claro”, loope sólo le sonreirá y le preguntará: “¿seremos como los waitstraips (sic)?” maxx le dirá que sí.

OP

Fue su cumple.
Y otra vez, lo olvidé.

¿será muy tarde para enviarle un mail y decirle cuánto cuánto lo quiero?
¿será muy tarde para enviarle un abrazo apretado apretado desos que dejan a la gente sin aire?

GOOD WEEKEND/BAD WEEKEND

Art Brut tiene una canción que se llama good weekend y otra que se llama bad weekend que son graciosísimas y prenden, prenden, prenden. Mi weekend se parece un poco a la música de ambas porque tuvo su good y su bad.

GOOD: la música nueva, mi mejor amiga en la ciudad, su mejor hijo con ella, las piñas coladas enque la elsa, los dos amigos que me pusieron canciones en el radio, los muchos libros que compré en la feria, el insomnio que me llevó a escribir algo que salió suave, la pizza que llegó tarde pero gratis, la certeza que quizá llegó tarde pero también fue gratis.

BAD: el hielo que nunca fue frappé, el aparato que se quemó, el cable que me cuasielectrocutó, la regadera que se descompuso, el retraso de yasabenquién papá de yasabenquién, la maratón de desperate housewives que no pude ver y la película que tampoco.

Y anoche
No hubo insomnio!
sólo sueños…

LAS NOVELAS SON SUEÑOS DIURNOS

“La ficción está llena de coincidencias aparentemente mágicas. A todos nos suceden cosas rarísimas mientras escribimos. Por ejemplo, basta con que pongas que tu protagonista tiene una cicatriz que le cruza la mejilla, para que de la noche a la mañana empieces a toparte con una horda de hombres todos con el mismo tajo en el carrillo. Las novelas son los sueños de la humanidad, y el escritor, ya lo he mencionado antes, sueña su novela con los ojos abiertos. Lo que quiero decir es que ambas cosas, sueños y narraciones, nacen del mismo sustrato del subconsciente. Por eso el novelista escribe de lo que no sabe que sabe; por eso a menudo se sorprende de lo que ha hecho y se pregunta de dónde lo ha sacado; por eso, sospecho, suceden todas esas casualidades extraordinarias. Y es que tu subconsciente sabe muchas más cosas de las que sabes tú.

(…)

Puesto que las novelas son sueños diurnos, uno debe serle fiel a esa voz interior. Es decir, debes escribir aquello que verdaderamente necesitas escribir, el libro que pugna por nacer dentro de tu cabeza. Tú no escoges los temas de tus novelas sino que los temas te escogen a ti, con la misma fuerza aparentemente autónoma e imperativa con que los verdaderos sueños pueblan tus noches”.

Rosa Montero

AQUÍ, NO SE HABLA DE ELLA (relato)

Aquí no se habla de ella.

No.

Así nos lo hizo saber él, golpeó la mesa en cuanto escuchó su nombre y dijo que ella simplemente ya no estaba, ya no era. Ya no existía. Nadie, ni mi madre, se atrevió a contradecirlo. Nadie, ni mis hermanos, se atrevieron a decirle que ella sí existía, en otro lugar, pero existía. Nadie, ni yo, dijo en voz alta que ella seguía siendo parte de nosotros. Desde ese día, aquí no se habla de ella. Su imagen se borró del álbum familiar. Su nombre desapareció como desaparece lo que amamos: implacablemente.

Vivimos en el abandono, somos su abandono. Somos lo que no cupo en su maleta, lo que no tenía lugar en su futuro. Somos, solamente, figuras imperceptibles de su memoria. Al menos eso creo que se dice él, cuando calla, cuando se sienta en ese sillón a fumar y a no decir palabra. Cuando sus ojos se pierden en el dibujo infinito del mosaico de nuestra casa.

Sí.

Aquí no se habla de ella.

Aquí, se piensa en ella.