Leo, luego existo

Leo mucho. Leo más que nunca. De veras, el 2015 y el 2016 se volvieron los años de leer-lo-que-me-da-la-gana. Uno porque ya no tomo clases y no tengo que leer lo que me dicen que tengo que leer. Dos porque ya no trabajo de sol a sol como lo hacía en el Tec donde poco tiempo tenía para leer o para tener ganas de leer.

Leo mucho. Leo más que nunca. Me voy por temas, por autoras, sí de momento sólo estoy leyendo a autoras (y si quieren saber por qué otro día les cuento). Trato de mantener mi ritmo de leer un libro por semana. No puedo ni quiero tener pretexto para no hacerlo, es por esto que lo dejé todo, ¿qué no? Es por esto que vivimos sólo con lo justo, ¿qué no? Para que yo pudiera hacer lo que más amo: leer y escribir.

No escribo mucho. Escribo menos que nunca. Pero está bien, todo está bien. En mi cabeza pululan ideas, se traman cosas, llegará el momento en que estaré lista de volver a la libreta y al teclado para escribir esa novela y escribir esa cosa rara que no tiene forma ni nombre. Sí, preparo clases, sí califico, sí veo Netflix, sí salgo y charlo y bebo café o vino con mi Barbudo. Pero…

Leo, luego existo.

fear

She is awake. Again she thinks about fear. Until then, she had not been aware of fear, she had been convinced that she did not feel fear, not even when they had taken the group of men out from the gym, or when she had heard the burst of gunfire. She listens. She knows now that fear is the absence of all emotion, it is emptiness, it is as if your whole body is drained of blood all at once.

 

Slavenka Drakulić, S. A Novel About the Balkans

busco empleo

La búsqueda de empleo ha resultado más abrumadora de lo que imaginaba; especialmente porque en mi país nunca tuve que hacerlo tan intensamente, de una forma u otra los trabajos caían solitos a mis manos. Esto ha sido un ejercicio de humildad/golpetrasgolpe al ego. Me tranquiliza saber que bueno, sí, tengo trabajo como maestra de horas sueltas, pero una parte de mí quiere un empleo de adulta, uno que provea seguridad y seguro médico. Puedo seguir flotando como hasta ahora, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Quiero seguir flotando? Por otro lado, una parte de mí disfruta la vida laboral actual, doy clases tres días a la semana y tengo dos días para preparar clase o, como lo llamo yo: paraleerescribirhacernada.

12688168_10156725904805473_5272858467400594905_nAsí que busco empleo pero a lo mejor no he buscado tanto, hay algo en lo que sin duda he fallado, porque nomás no le atino a la bola. A lo mejor es hora de retirarse, de poco a poco dedicarse a una sola cosa: vivir.

My Life Crumbles

What people think of when they talk about their lives? Do they really see them as an integral whole, as a chronological sequence of events; as something logical, purposeful, completed? What moments do they remember, and how do they remember them? As words? As a series of images and sounds? My life crumbles into a series of pictures, unconnected scenes which comes to mind only occassionally and at random. But there are key events, the acts of chance or fate, which later enable me to construct a logical whole of my life.

Slavenka Draculic

Madre de Cinco

Esto seguramente no me corresponde escribirlo a mí. Pero yo no me llevo muy bien con el verbo corresponder. Es decir, yo correspondo: amor, amistad, y otras cursilerías. El problema es cuando la frase es: “Me corresponde” o “No me corresponde.” Qué raros son los verbos, de veras. Pero más rara es la vida. Esta mañana una amiga-escritora-exploradora comparte conmigo y con otra amiga que una prima suya ha muerto. Nos dice: era madre de cinco hijos.

Se me borró la mañana por un segundo. Me imaginé la angustia de una madre al saberse a punto de partir. Me imaginé la tristeza de los hijos al descubrir lo mismo. Madre de Cinco, suena al inicio de un simple titular de periódico, pero Madre de Cinco es mucho más que eso. Qué dura es la vida a veces, qué dura es la vida casitodoeltiempo.

No hay verbos que alcancen a explicar la muerte. Nunca.

papi

Papi tiene más de to que el tuyo, más fuerza que el tuyo, más pelo, más músculo, más dinero y más novias que el tuyo. Papi tiene más carros que el tuyo, más carros que el diablo, tantos carros que tiene que venderlos porque no le caben en su propia marquesina. Papi tiene carros que hablan y te dicen que te pongas el cinturón y que cierres la boca, en inglés, francés y otros idiomas. Papi los maneja, uno diferente cada día, porque son tantos que tiene que repartírselos, uno por la mañana, uno por la tarde y otro por la noche, es decir cada cuatro horas. A veces uno incluso para el almuerzo. Uno para irme a buscar al colegio, uno para ir a mi primera comunión, uno para visitarme los domingos, uno para ir a visitar a su mamá y otro para sus hermanas, un jaguar para el día de los padres, un camaro para el día de los enamorados, un be eme doble u para las inauguraciones, un ferrari para llevarme a comer helados. Un carro que usa cuando va a traerle a mami mi mensualidad, uno para cuando viene a decirle a mami que quiere volver con ella y otro (por lo general un Mercedes baby descapotable) cuando viene a decirnos que vuelve a casarse con otra y que nos invita a la boda y deja los muebles de mami impregnados con su perfume que es muy fuerte, más fuerte y más caro y más bueno que el perfume que usa el tuyo, si es que acaso tu papá ha visto alguna vez uno.

A mami le da dolor de cabeza.

 

Papi, Rita Indiana.

cocina violenta

Mi mamá siempre trabajó un montón. Hubo una época que por la mañana daba clases en una primaria, por la tarde en una secundaria y por la noche, un par de veces a la semana, en la nocturna para adultos. Sus días eran un ir y venir, calificar, preparar clase. La veo ahora mismo, llegando de la escuela, corriendo a mil por hora a la cocina, abrir el refri, la alacena, prender la estufa, lavar alguna verdura. ¿Qué vamos a comer?” le preguntaba yo. “Bisteces violentos,” decía. O “puré de papas violento” o “milanesas violentas.” Mi mamá agregaba la palabra violencia a todo platillo cocinado en menos de 15 minutos. Cocinaba, comíamos y se iba corriendo a su siguiente clase.

La sopita de fideo y las calabacitas con elote crema y queso le salían deliciosos.

Es muy chistoso porque generalmente la comida violenta era la que mejor le salía… y miren que mi mamá cocinaba maravillosamente, pero a veces cuando más tenía tiempo o cuando realmente seguía recetas al pie de la letra las cosas salían ricas pero no al gusto de ella. Le daba risa y se enojaba al mismo tiempo.

Mi mamá intervenía recetas, las juntaba, las cambiaba, las adaptaba. Mi mamá coleccionaba recetas.

Cuando murió me quedé con un cuaderno de recetas. Algunas escritas a mano, algunas recortadas de algún lado.Todas, todas, todas eran de platillos exquisitos que, no lo van a creer: nun-ca-hi-zo. Su cuaderno es un montón de recetas, un montón de platillos, un montón de cosas que estoy segura que ella planeaba preparar sin violencia alguna.

Yo he cocinado violentamente y he cocinado lentamente. No sabría decir cuál me sale mejor, pero sé muy bien que ni lo uno ni lo otro me sale como a mi mamá. Mi sopita de fideos es rica pero no pero nunca será como la de ella.

etapa nórdica

todo comenzó con la escritora rusa-chilena Andrea Jeftanovic y su Escenario de Guerra, una novela bárbara que todos deberían leer. Jeftanovic apela al efecto de cargar una guerra en hombros y traerla al círculo familiar. eso me hizo pensar en el escenario de guerra en sí, lo que se vive, antes, durante y después de, digamos, una invasión extranjera. seguí entonces con Sofi Oksanen y su Cuando las Palomas Cayeron del Cielo. esta novela a dos tiempos nos relata la entrada y la salida de los rusos, la entrada y salida de los alemanes y la entrada y persistencia de los rusos nuevamente en una Estonia que carga a cuestas siglos de violencia y usurpación. después posé mis ojos en The Hunger Angel de Herta Müller (¿alguna vez les he dicho que su The Passport es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos?) Müller trenza la voz y el espacio de Leo, un chico que, tras la segunda guerra mundial, fue enviados -como muchos otros soviéticos- a un campo de trabajos forzados donde lo único que abunda es el hambre. estoy ahora acomodada en la cama con el personaje que se juega el tiempo entre la vida y la enfermedad, entre la vida y la muerte, entre la vida y un pasado en guerra en Holograms of Fear de Slavenka Draculic.

 

encuentro en estas escritoras nórdicas belleza y atrocidad. encuentro, también, deseos de escribir y deseos de no volver a escribir. me avergüenzo un poco de mi zona de comfort. admiro, más y más a esos periodistas y fotógrafos que se juegan el todo por el todo en el mundo para contar historias, retratar escenarios de guerra, mostrarnos cómo el mundo se cae a pedazos sin que nadie haga nada, sin que nadie pueda hacer nada. mi etapa nórdica va para largo, me vuelvo más lectora que escritora, me vuelvo más humana que nada.

feelings

I’m always telling myself I don’t have many feelings. Even when something does affect me I’m only moderately moved. I almost never cry. It’s not that I’m stronger than the ones with teary eyes, I’m weaker. They have courage. When all you are is skin and bones, feelings are a brave thing. I’m more of a coward. The difference is minimal though, I just use my strength not to cry. When I do allow myself a feeling, I take the part that hurts and bandage it up with a story that doesn’t cry, that doesn’t dwell on homesickness.

The Hunger Angel, Herta Müller

Residentes en la Casa de Octavia

El año pasado inicié un poco a broma un proyecto que Barbudo y yo llamábamos la Residencia Sylvipistolas. El objetivo era abrirle nuestro espacio a una escritora o artista mexicana sin preocuparse de nada nadita. El único costo es que haya un tipo de intercambio, el que sea. Marisela Guerrero por ejemplo nos dejó un montón de cecina y unos hermosos libros.

Pero ahora no es broma, ahora estamos trabajando en hacer de esto algo serio. Lo primero es buscarle nombre, crear una convocatoria, un a página web y, en una de esas, buscar recursos no para nosotros sino para que las autoras y artistas en cuestión puedan viajar desde donde estén hasta nuestra pequeña casa en esta Texanía y dedicarse por unos días a lo suyo.

Así es como Nora de la Cruz estuvo con nosotros en Diciembre y en casa trabajó en una novela . Tuvo las mañanas y tardes para escribir, revisar y, debo decirlo, las noches para charlar con nosotros de su escritura y de muchas otras cosas. Tallereamos su libro, discutimos autores, obras y chismes varios. Mis libros se volvieron la biblioteca que ella consultó y disfrutó. Mi mesa se volvió su escritorio, mi sala su habitación, bueno hasta mi gata fue un poco de ella. Su intercambio fue ayudarnos con los trastes, cocinarnos un rico flan napolitano y también unos libros que vienen en camino.

Nuestra futura residente es Itzel Guevara quien viene novela-bajo-el-brazo a escribir y revisar por diez días desde nuestra casa.

¿Por qué hacer esto? Porque en diversos momentos de mi vida alguien abrió las puertas para que yo escribiera sin que tuviera que preocuparme de nada. Pienso de pronto en Elkins que me abrió su estudio en Tucsón en el 97 para que yo trabajara en mi tesis de licenciatura, como intercambio traduje unos documentos para él. Pienso de pronto en Sabina que me abrió su departamento en el DF en el verano del 2012 para que yo tradujera los poemas para mi tesis del MFA, como intercambio fui babysitter de su princesa teen. En 2011 cuando me quedé sin computadora Sofía me ayudó para no quedarme escribiendo a mano.

En fin, que razones para hacerlo me sobran. Así que si ustedes tienen alguna idea, propuesta o duda. Escrí-ban-me.