buenos hábitos

llevo prácticamente trece días en casa. desde antes de la cuarentena real (esa  que inició este martes  24 de marzo) mis salidas al mundo eran brevísimas, mandado, correo, farmacia. repetir. he salido a correr dos días pero fuera de ello me he mantenido en mi casa-corazón. trabajo por las mañanas, a veces sola, a veces acompañada por diana. por las tardes, ¿a dónde se van las tardes?  hago ejercicio, leo, veo algo, hablo por teléfono, hago facetime. experimento con el stop-motion. cuando menos lo espero ya es de noche.

los días que deberían sentirse largos se acortan.

mi barrio es silencioso de por sí, ahora lo es más. no extraño la casa anterior, pero sí extraño el bullicio de los niños y de los autos. extraño los perros que ladran a cuenta de nada. extraño el timbre. pero solo eso.

es curioso, es como un doble duelo. la partida de alguien importante y la partida del mundo como lo conocíamos. el mundo de salir a la calle, toparse con conocidos en el super. ir a cenar. bromar con gente en la oficina. enojarse porque el elevador otra vez se descompuso y hay que subir nueve pisos por las escaleras.

nueve pisos.

estamos a nueve pisos de esa vida. pero henos con vida y estableciendo nuevas dinámicas, nuevos hobbies, nuevas formas de interacción, nuevos yo.

me gusta mi nueva yo.

dicen que en 14 (¿o son 21 días?) se forman hábitos. estoy formando el hábito de vivir mejor, de ser feliz, de sonreír, de alimentar mis amistades como me alimentan.

buenos hábitos, pues.

 

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