fin de temporada

Yo no sé por qué siempre los fines de semestre de primavera se sienten como fin de temporada de serie gringa. Por un lado tenemos el estrés de los papeles para renovar mi residencia y la del hijo (le piden a uno un cuantimadral de papeles, cartas, fotos, estados de cuenta, loquesea que demuestre que uno de veras ama al otro y al revés). Por otro lado, tenemos la situación laboral-económica. Decidí no trabajar en Junio para ir a ver a mi hermana y dar un curso en Tamaulipas y ahora el bolsillo me grita: ·¿por qué, por qué lo hiciste? nada de vacaciones, trabaja, trabaja.”

Puto bolsillo.

Y como si esto no fuera suficiente he recibido más cartas de rechazo en las últimas semanas que es difícil que el ánimo de Una no se haga bolita y se tire al piso. La competencia es dura. ¿O será que realmente nunca había tenido que buscar un trabajo? Siento que en mi vida antes de ahora los trabajos caían solos en el país que se cae solo. Sumemos a esto lo que yo sospecho es la casi-menopausia. No, no tengo bochornos, sólo tengo sueño y agotamiento todoelpinchetiempo. Me gustaría que la semana entera fuera una siesta.

Tengo que escribir dos cuentos para dos antologías y no tengo cabeza. Una parte de mí quiere irse al bosque ese donde siempre puedo escribir, pero tengo tantos otros pendientes que escapar no es solución. No ahora.

Lo único que de momento me entusiasma es que encontré un programa muy bonito en una ciudad de nombre extraño, la parte más nerd de mí se dice: ¿y si…? pero la otra parte ya no tiene ganas de estudiar, la otra parte sólo pide que el puto fin de temporada se acabe e iniciemos algo nuevo, algo nuestro. algo. lo que sea.

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Un Alma Cercana