epifanías de carretera

He viajado conmigo misma casi cinco horas en carretera. Dejé la texana tierra y vine al hogar. No tenía copiloto, me tenía a mí. Hablé conmigo, me dije muchas cosas, hice planes, escribí y borré cuentos, me hice preguntas que me contesté o que dejé en suspenso.

He viajado conmigo misma y con esta nueva yo, pareciera que cada mes cambio de piel, que cada mes algo ocurre que me cimbra del todo (o del todo que yo creía conocer). He viajado y tocado tierra, he hecho piso.

Llego a casa más clara, más resuelta. Dispuesta a hablar con mi madre de mí, de la yo que soy. Dispuesta a hablar con mi hijo desde el amor coquetearle con mi cariño e invitarlo a emprender el viaje al futuro. Dispuesta, pues.

En el trayecto he tenido mensajes desde una y otra costa. En el trayecto he escuchado música de una y de otra costa. En el trayecto he recibido el sol y el cielo y la vida misma.

Estoy nerviosa, tengo miedo (y hace mucho que no admitía en voz alta lo uno y lo otro). Sí, estoy nerviosa y tengo miedo pero no por ello dejaré de pegar saltos. No, está claro que me ha venido bien esta línea de saltos al vacío que no han sido tan al vacío, en todos y cada uno de ellos ha habido una red invisible que evita que me rompa el cráneo, o el alma, en todos mis saltos los resultados han sido experiencia y belleza.

Las epifanías de carretera se me amontonan en la garganta.

Una respuesta a “epifanías de carretera”

Responder a Galy Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *