Desapareció.
Mi estuche de discos desapareció.
Fue visto por última vez en biblioteca, donde estaba trabajando. La culpa de todo la tiene el clima y es que como ahí hace mucho frío, me la paso en un ir y venir al baño. En una desas emergencias alguien de seguro llegó, vio y apropióse.
Así pues, me invade una “infinita tristeza” por la ausencia de:
-Sí, de Julieta Venegas (oh, julieta, julieta…!)
-Tales of a Librarian, de Tori Amos (“aaamos, te gusta tori”, dijo la natalia)
-Aqua Mosh, de Plastilina Mosh (lo peor es que, bestias, el disco era del Edgar, lo cual implica que deberé heredarle mi Hola chicuelos, también de PMosh, sniff)
-Reality, de David Bowie (lo bueno que no fue el Heathen, pero de todos modos, buaaaa, bowie!)
-Próxima estación esperanza, de Manu Chao (aunque el meza diga que me hicieron un favor, yo extraño que el chaparrito me diga: “me gusta la montaña, me gustas tú”)
y otros dos que, oh my!, ya ni me acuerdo cuáles son…
Se suplica a algún alma caritativa poseedora de alguno destos discos (porque son tan o más eclécticos que yo) que se apiade desta pobre nena y le queme uno o todos estos discos porque: I miss my music!