Yo no sé cómo le hago, pero siempre termino cerrando los ojos como hasta después de las 11 de la noche. Me acomodo, me duermo… en la primera volteadita ( o lo que siento como tal) miro de vuelta el reloj (¡qué obsesión!) y ya son las 4 de la mañana. Siempre digo “chin, sólo me queda una hora” y comienzo a preocuparme tanto de que sólo me queda una hora que en realidad no duermo profundamente esa hora. Suena el reloj a las 5. Esta mañana fue así. Y llego a las 6:50 a este cerro con un sueño feroz. Deseando tomar café y evitándolo. Pero doña Rosario (de intendencia) me debe haber visto muy cansada pues me compartió media tacita de café y una barrita de bran noséqué. Ni modo de decir que no.
(¿Sabe alguien lo que es llenarse de halagos entre las 7:15 y las 7:45 a.m.hacia Velázquez y que cinco alumnos, tres de ellos beisbolistas, se te queden viendo como si estuvieras loca, como si hablaras en chino mandarín?)
Así que estoy desvelada, fastidiada y buscando ánimos en la mochila y en el monedero. Porque este, será un día largo, gordo y sin mermelada.