Yyyy

Puedo calificar en casa. Puedo preparar clase en casa pero a últimas no puedo escribir en casa. Para lo demás no importa si me distraigo haciendo esto o lo otro al mismo tiempo. Multitasking es mi nombre. Pero cuando se trata de mi proyecto creativo he comenzado a necesitar otro lugar.

Esta semana he movido mis horas de oficina a un café sobre Piedras. Es un café menos yuppie que el Starbucks pero eso sí, es super hipster. Pero nadie me distrae, nada me distrae. Tomo mi té acomodadita en una mesita redonda pegada a la pared y tecleo tecleo tecleo. Estoy en la segunda novela del proyecto al que llamaré maquiladora juvenil.

Aquí en este rinconcito tramo la vida de Wonnie, una chica butch que vive en Philadelphia y es una rompecorazones. Cierro los ojos y la veo, pelito corto, pantalones rotos, me sonríe, me dice que su vida es buena porque se la hice yo. Me dice que mi vida es buena porque me la hice yo. Me pone la mano en el hombro y me dice que entiende que esté triste pero que es importante que la tristeza no me haga alejarme del teclado.

Sonrío. Y seguro alguien piensa, esa que le sonríe a su Mac es una hipster, una escritora hipster. Bleh.

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Un Alma Cercana