LO QUE SE EMPIEZA, SE ACABA (filosofía de cinco)

Se fue a la playa, con sus abuelos. Dos días de sol, mar, arena, freezby, sandwiches de atún y muchas conchitas. Nadó, caminó, recolectó, enterró…

Y lo llevaron a una cueva, cerca del mar, una desas cuevas típicas en San Carlos donde al primer tropiezo: raspón y al agua. Not him. Juanantonio se metió en la cueva, escaló, trepó, avanzó. A la mitad del camino al abuelo casi le da un síncope… “niño, regresa, te vas a lastimar, vuelve, vuelve” y el de cinco presa de una filosofía que no heredó de nadie contestó: “no, lo que se empieza, se acaba” y continúo su camino.

El domingo llegó a mis brazos completamente ileso y bronceado. Con una pequeña moquera y el silencio de quien no sabe cómo comenzar a platicar la gran aventura del fin de semana.

Lo abrazo, lo amo. Disfruté su ausencia, lo admito, pero no tanto como su presencia. Su pequeña forma de decirme: “todo está bien, mamá”.

Y de pronto es 10 de mayo y no pienso más que en el privilegio de ser su jefita chula.

GANAMOS (miauuu!)

Primer Lugar en el Concurso de Cuento Cristina Rivera Garza. Buen momento para agradecer de nuevo a los manueles, al hijo por dormirse temprano y dejarme escribir. Y a Cristina R.G. porque su novela nueva me obligó a escribir un cuento nuevo para poder leerla de manera gratuita. Ji ji.

¿GANAMOS? (la curiosidad mata al gato)

Ayer por la tarde Luis Torres del ITESM Campus Toluca me pide en un correo que URRRGENTEMENTE le llame. Le llamo y me felicita dos veces, “ganaste”, dice. ¿Gané? ¡Qué bien! El cuento Gatos escrito por la que aquí suscribe, revisado y editado por manuel ll. y manuel m. ganó en el Concurso de Cuento Cristina Rivera Garza. ¿Ajúa?

La cosa es que no sé qué lugar gané, no sé si gané 1000, 500 o 300 pesitos porque Luis no soltó la sopa. Que es sorpresa y que vaya a recoger el premio mañana 5 de mayo. Chale. No poder presumir la noticia completa. Así que sólo puedo decir:

Ganamos algún lugar…

Seguiremos informando.

LAS MUJERES, HASTA EN SUEÑOS LLORAMOS (un poco de melodrama para miércoles)

La naturaleza de las mujeres es, como la naturaleza, un misterio. No logro entender exactamente por qué ese asunto de las hormonas nos lleva a llorar con una facilidad enorme por una cantidad absurda de cosas.

Yo veo en la tele a una mamá lavarle el cabello a su hija y se me viene encima el mundo. Escucho cantar a mi hijo con su grupo del kinder y nudoenlagarganta. Veo las fotos de mis abuelas y escalofríos o como se dice: la piel chinita-chinita.

Observamos, sentimos, escuchamos algo con La Marca Conmovedora…

Y las mujeres lloramos.

Nos sentimos bien y lloramos. Nos sentimos mal y lloramos.

Y mi hijo me pregunta, ¿es cierto que los hombres no deben llorar? refiriéndose al decreto que mi padre ha hecho en torno a la masculinidad, y le digo que no, que no es cierto; pero, cómo le explico que por ese misterio de la naturaleza (de vuelta la burra -en todo sentido- al grano) a veces las mujeres lloramos más y casiporcualquiercosa.

Sí, no hay duda.

Las mujeres hasta en sueños lloramos.

ARE YOU THERE, SYLVIA? (tres razones)

Sé que no hay gente por ahí comiéndose las uñas o con el pendientazo de su vida porque sylvia no ha escrito. Pero sé, supongo, que sí aunque sea de pura onda alguien debe estarse preguntando on-toy y por qué no escribo.

1) He tenido muuucho trabajo.

2) Mi alma anda como en un blues tocado por BB King (¿toca blues?)

3) He tenido mu-cho trabajo.

Esta es mi penúltima semana de clases (¡Hurra!) y se acerca mi última quincena de sueldo (¡Gulp!). Estoy ante la expectativa. Sucumbo ante la preocupación de cómo demonios le voy a hacer para vivir lo que resta del verano y hasta el 30 de agosto en que vuelvo a percibir ninerito…

Se aceptan sugerencias pero guárdense sus reclamos.

Los quiere,

Sylvia.

SABES QUE TU HIJO ES DISTINTO CUANDO… (mi conaisseur de cinco años)

1.Ve un disco en el tenderete del Vichu y te dice: “Mira mamá, DavidBowie”.

2.Pide le sea platicada de nuevo la historia de Gollum (del señor de los anillos) y al terminar dice: “Cuéntamela otra vez”.

3.Exclama: “Ay, me pongo nervioso” cada vez que tiene que tomar medicina.

4.Te explica una y otra vez que al enjabonarse hay que cerrar el agua de la regadera para no gastar tanta agua.

5.Exige que le subas el volumen a esa canción de Placebo.

6.Le dice a sus amigas, las vecinas del 10, “Qué cochinero tienen en este cuarto, así no se puede jugar” (aunque su cuarto luzca exactamente igual).

7.Dice que una de sus películas favoritas es Frankenstein (y se refiere a la versión de Mel Brooks).

8.Come espinacas, brócoli, tacos de camarón, de cabeza y no le pone peros a la leche de soya.

9.Notas que desconfía de los audiolibros y te dice: “Mejor ya quiero aprender a leer”

10.Le preguntas, “¿por qué tomaste mi mano anoche?” y te contesta, “Por lindo”.

FREAKY-ONE KENOBI (we all have one)

Este es una tema que trato de evitar con cualquier persona pero trato de ahondar siempre con los más íntimos. Esa breve pero intensa lista de freaks en mi vida. Entiéndase por freak por “persona rara que parece querer robarle a una la felicidad a cada instante”.

Todos tenemos alguien así, una tipa o tipo, parecidos a La Mascarita esa que sale en el programa del Becker, cuyo único objetivo en la vida es dañar, obstruir, criticar, copiar, mortificar o llanamente joder la vida de una.

Existen varios tipos de freaks, desde quienes hacen una crónica diaria de los momentos más bochornosos de tu vida frente a todos cada que pueden, quienes sonríen amablemente y por la espalda encajan sus uñitas acrílicas en la primera oportunidad, quienes critican mordazmente tu trabajo (lo cual no tiene nada de malo en realidad) pero que luego escriben bajo la misma pauta, con el mismo estilito, quienes se cambian a vivir cerquita, cerquitita de tu casa (como si no hubiera otras miles de casas en toda la ciudad) fingiendo gusto o alegría por compartir tacitas de azúcar, quienes te muestran su colección de discos de tu artista favorito porque resulta que sieeeempre le había gustado tanto, quienes siempre siempre encuentran un motivo para borrar esa sonrisita boba que se acomoda entre tus comisuras y tus cachetes. Hay quienes se compran justo los lentes que tú dijiste que comprarías la siguiente quincena, hay hasta quienes un día te llegan vestidas exactamente igual que tú, con el mismo libro que tú estás leyendo bajo el brazo…

El Freaky One Kenobi al igual que Obi, se te aparece cuando menos lo esperas. Te atrapa te abraza y te abrasa. Te enreda con palabras y si eres ingenua, crees en ellas más de un 60% de las veces.

Si tú tienes un freak en tu vida: May the force be with you.

SHE’S ALIVE (murmuran por las calles)

Vestido negro, zapatos negros abiertos, aretes y collarcito. Mi cabello alaciado y unas gotas de perfume. Pareja de pantalón negro y camisa roja. Hacemos entrada triunfal en un local de quinceaños, graduaciones y bodas. La boda del primo Marcos. Las presentaciones, las sillas, los vasos de soda y cerveza respectivamente. Plática y risas.

Y luego llegó ella. A nuestros oídos. Llegó en la voz de otra chava a quien ni alcanzábamos a ver porque junto con su grupo ocupó una terracita tipo VIP (diría Aracely) en la segunda planta del lugar. Sí, Selena estuvo ahí, estuvo a través de sus canciones. Yo no sé si la novia o el novio son fans de la cantante texana pero nos echamos todo un popurri de Selena y los Dinos.

No bailamos (algo que a la pareja de sylvia no le gustó mucho) pero movimos nuestros piecitos bajo la mesa a ritmo de “amorprohibidomurmuranporlascalles” a pesar de que somos de distintas sociedades.

Noombre, si Selena está bien viva. Está viva en los pasitos de la gordita de zapatos blancos que se abrochan en el tobillo (megatobillo debo decir), viva en los abrazos apretaditos de aquel tipo de sombrero. Viva con las bailadas de la señora de azul cuyo marido tenía gesto de que lo estaban auscultando.

Viva en las manos de los músicos de un grupo para eventos especiales. Selena, la verdad, sería la envidia de Kurt Cobain.

GALLETAS (¿cuántas tazas de harina le pusiste?)

Me gusta hornear. Me gusta cocinar. Miren, en realidad, fuera de que estoy peleada con el trapeador soy bien modosita. Y la cocina me gusta (también lavar trastes!).

Y hoy tenía cita en la cocina de mi doñasilvia para preparar y hornear galletas de avena con mantequilla de cacahuate. Todo iba bien, los ingredientes alrededor de mí sonreían emocionados, mi delantal, lavar manos y listo. Los cuestionamientos comenzaron justo cuando comencé a añadir los ingredientes:

¿De cuál azúcar le pusiste?

¿Antes o después de la vainilla?

¿Cerniste la harina?

¿Bien?

¿Usaste la taza medidora?

Tampoco faltaron las exclamaciones:

¡Es mucha avena!

¡Es poca avena!

¡Taaanta vainilla!

¡Bate, bate, bate!

Las instrucciones:

Las bolas deben ser bien chiquitas

No tanto

Están muy chiquitas

No tan grandes

Más bien medianitas

Separadas

No tanto

No tan pegadas…

Nooombre le dan a una ganas de salir corriendo a la tienda de la esquina por un paquete de Barritas de Fresa (tema para otro post) y sentarse a una esquina.

WHERE HAS TIME GONE? (sylvia como el conejo blanco con reloj en mano)

No me persigue ninguna Alicia. Ni tengo que ir a ver a una reina gorda y más bien medio bitch. Pero sí me siento como ese conejo blanco que se la lleva en prisas todo-el-santo-día.

Y nunca me alcanza el tiempo para nada. Y siempre me acuesto con la sensación de que algo se me olvidó.

Me siento tan mal cuando olvido ponerme mi reloj de mano. El tiempo vuela, corre, brinca, se arrastra y por más que lo intento no puedo alcanzarlo. Es una-chin-ga.

El caso es que ayer, dispuesta a no dormirme hasta terminar lo terminable me acosté a la 1. Un atropello para quien tiene que despertarse a las 5 am.

Lo peor es que ni siquiera he podido ver a Plutarco en la tele.