LADIES NIGHT (para subir el ¿ánimo?)

El cachi invitó a Natalia al bar en que toca. El cachi toca. Natalia me invitó a mí. Yo estaba medio down. Nos arreglamos: falda, zapatitos, color en los labios. Pasamos por un amigo que también andaba igual, pero yo creo que estaba más down que yo, pues no quiso ir.

Llegamos al planeta de los deportes, un lugar lindo y deportivo. Al ratillo llegó el cachi y ellos mientras ellos platicaban yo pensaba en la inmortalidad, en la insoportable levedad del ser y en la liviandad de los sentimientos, o sea: en estupidez y media. Esa estupidez y media que pasa por la mente de los seres humanos cuando andamos down.

Luego se despidió. Hora de la primer tanda. A ver qué tal tocan, dijimos. Yo, estaba muy dispuesta a oír música que me sacara de mi estado insoportable. Pero:

Créanme, escuchar antes que nada Yellow de Coldplay y despuecito Don´t let me down de The Beatles no llevan a nadie a un lugar de armonía y grandes esperanzas. Nel. Pero:

Nos fuimos a casa. Dormimos. Y un sueño mucho más poderoso que mi alma me permitió amanecer con un rostro amable y contento. Grandes esperanzas.

¡Ya es sábado! ¡Que me echen a coldplay, a los beatles y hasta joséalfredo, el down ya se fue!!

Sylvia ha vuelto.

ÁRBOL DE LIMAS (atención nacidos en sep.13-22)

ÁRBOL DE LIMAS (la Duda) –

Acepta lo que la vida le da de una manera muy compleja, odia pelear, el estrés y el trabajo, pero le disgusta la pereza y la ociosidad, es suave y sabe ceder, hace sacrificios por los amigos, de mucho talento pero no suficientemente tenaz para explotarlos, se lamenta y se queja a menudo, es una persona muy celosa pero leal.

TENGO (otro relatillo)

Tengo seis años y estoy en la sala. Veo la tele. Papá se acerca y me dice “Tengo que dejarte, pero te amaré siempre”. Mi madre, a mi lado, llora desconsolada. Siento algo en el pecho y no sé qué es. Tengo ganas de llorar y no sé por qué.

Tengo frenos en mis dientes y siempre que leo me duele la cabeza. Mamá dice que necesito lentes, como ella. Tengo diez años y a los diez años no eres el más popular si usas frenos, lentes y no tienes papá. Tengo ganas de ser otro.

Tengo que hacer este examen y no puedo concentrarme, tengo que pasarlo para poder entrar a la secundaria. Tengo miedo. ¿Y si no lo paso? Estoy rodeado por otros de mi edad que sí tienen respuestas pues no dejan de escribir. Tengo que escribir y no sé qué. Tengo ganas de dejarlo todo.

Tengo un reporte en disciplina y una madre que nunca me lo perdonará, ¿No te da vergüenza?, me repite. Yo no tengo forma de explicarle. De decirle que no podía permitir que los del salón me siguieran llamando maricón frente a Luisa. Tengo que aceptar su castigo, no participaré en la pastorela. Iba a ser José y Luisa iba a ser María. La iba a tomar de la mano. Tengo que decírselo a la maestra y no sé cómo. Tengo que.

Tengo pocos amigos y no tengo novia. Todos saben qué van a estudiar cuando terminen la prepa y yo no tengo idea. Tengo una extraña relación con las matemáticas: cuento mis pasos, cuento las letras de los nombres, las personas dentro de un salón, las veces que la maestra de inglés dice “Be quiet”. Tengo que dejar de hacer esto.

Tengo que estudiar y como no supe qué elegir mi madre me inscribió en Ingeniería civil. ¿Por qué no me inscribí en Física o Matemáticas? Fácil, porque no tuve ganas de discutirlo con mi madre. A veces tengo ganas de dejarlo todo.

Tengo un sabor amargo en la boca todo el día, todos los días y el mismo hueco en el pecho de cuando tenía seis años. Tengo una mujer que a veces me permite tocarla y un hijo que apenas comprendo. Tengo que tomar esa maleta. Tengo que dejarlo todo, tengo que decirle: “Te amaré…”.

Y NO HALLO (sino la palabra que huye)

El colmo es que se supone que tú escribes, que tú sabes un poco de usar palabras. Se supone que tú sabes qué decir pero no lo dices porque en realidad no sabes cómo decirlo, cuándo decirlo, por qué decirlo. Y no hallas sino la palabra que huye, que se escapa de tus manos, que se esconde en todos los rincones posibles sin asomar si quiera un poco de ella.

Y él te dice que lo elijas a él (ya que no en ésta, en otra vida) que lo elijas a él y no a tus miedos. Él te dice que te quiere aunque sabes que hablar con él es una ruleta rusa. Él te dice aquí estoy, no me he movido, pero tú nunca lo encuentras, se ha movido. Él te dice que lo elijas (¿en un futuro?, ¿dijo en un futuro?).Y tú, sin palabras. Porque las palabras, ya viste, están atrasito de tus miedos.

Tú no encuentras sino la palabra que huye.

RULETAS RUSAS (no tan bellas como las muñecas)

OP transcribió en su blog una cita de Enrique Vila-Matas que dice: “Descolgué el teléfono con cierto miedo. Después de todo, el teléfono siempre es una ruleta rusa”. ¿A poco no es para leerla y leerla y leerla?

Por supuesto que pensé en todas esas veces que para mí levantar el teléfono, leer un e mail, una tarjeta (acompañando un ramo de flores) o abrir la puerta, fue una ruleta rusa. MUY rusa. ¿Cómo se puede ser tan rusa?

Quise reflexionar en todas las veces que mis interlocutores (esa estela de exes que una siempre se carga) también experimentaron una ruleta rusa al tomar mis llamadas, abrirme la puerta, leer un e mail o la dedicatoria de un libro. Pero no lo hice. Hacerlo hubiera sido tambien una ruleta rusa.

Lo mejor es, pedirle su varita mágica a un hada madrina y convertir mis ruletas rusas en muñecas rusas. Así, la vida sería más divertida.

¿Dónde dejé el teléfono del hada?

RAINDROPS (falling on my head)

Ayer, en nuestra ciudad, llovió a cántaros. La familia que componemos mi hijo y yo (qué suave se oye eso de componemos) estaba en casita, levantando el tapete, sacando el agua bajo la puerta, cerrando ventanas y abriendo persianas. Riendo.

Y en eso, los dulces golpeteos. Granizo. Recordé que mi hijo nunca ha visto el granizo, recordé cuando yo conocí el granizo, esa tarde que por vez primera mi mamá me permitió salir a mojarme bajo la lluvia y sentir el granizo en mi espalda, en mis manos. ¿Cómo no hacerlo? Le dije al de cinco: ¿por qué no sales a mojarte en la lluvia? Él me miró con ese asombro del que sólo son capaces los niños, ¿de veras? ¿me das permiso? De veras que hay cosas que los hijos nunca esperan de los padres.

El pequeño fue feliz, su paraguas, su vasito para recoger granizos, su sonrisa grande y bella. Las preguntas no se hicieron esperar (debo comprar una enciclopedia). Estuvimos un rato afuera. La calle se inundaba, los vecinos preocupados y nosotros, los de la casa 7, disfrutando de las gotas de lluvia que caían en nuestras cabezas.

Nos metimos a casa empapados, trapeamos por enésima vez el piso, nos servimos dos vasos de coca-cola (gran pecado) y nos sentamos en el sillón de la sala a observar el transcurrir del agua. Ayer en nuestra ciudad, llovió y observé la lluvia con mi familia compuesta por dos.

OINK OINK (the cochinito movie!)

El Daniel Ruiz es un tipo alto, tan alto, de patillas y lentes de armazón negro. Es muy sonriente y siempre está planeando algo. Hace un año me tocó ir a visitarlo para que le mostrara a los medios (ji ji) su proyecto de cortometraje. Y así, inundó su habitación (de hecho, la de su hermana) de plastilina, mini sets, mesas, mesitas y mesotas, monos, monitos y monotes para crear su mundo. Daniel es pintor, es fotógrafo, es un tipo muy creativo que siempresiempre le sacará a uno una sonrisa.

¿Estás aburrido, enojado o molido por el fin de semana? Visita: www.cochinitothemovie.com

P y P (un relatillo)

Paula tiene 15 años y le gustaría que esos raspones del amor pudieran cubrirse con curitas, escribe y sueña, sueña y escribe. Su vida se ha ido llenando de anotaciones al margen, palabritas de mil colores que hablan de lo que le gusta. Todo lo que le gusta.

A Paula le da risa el ballet, pero piensa que Tchaikovsky es la onda. Toma fotos, lee novelas y dice que un día escribirá su historia familiar. Tiene un pasado irlandés, un pasado norteamericano, un presente sonorense y busca un futuro italiano (francés, chino o egipcio).

Paola tiene 16 años y le gustaría tener toda la colección de novelas de Milan Kundera, escribe y piensa, piensa y escribe. Su vida se ha ido llenando de discos de Radiohead, de versos de Heaney, de palabras de viento. De mucho viento.

Paola detesta el ballet, pero leyó la biografía de Tchaikovsky. Ve películas, lee novelas, hace figuras de barro y dice que un día vivirá sólo del arte. Tiene un pasado sonorense, un presente sonorense pero un futuro maravillosamente incierto.

Paula tiene el cabello negro y rizado, usa lentes como los de John Lennon, no entiende la vida sin tenis y dice que las faldas, los vestidos y las blusas con flores son innecesarias. Paola tiene el cabello negro y lacio, usa lentes de armazón negro, entiende la vida porque existen los tenis, la mezclilla y las camisetas negras.

Están en el mismo salón de clases, sentadas una junto a la otra. No han intercambiado palabras porque no se conocen. Es su primer día en la preparatoria. Fingen atención al maestro de matemáticas pero se preguntan por qué escribió matematicas, así, sin acento. Observan al resto de sus compañeros. Los otros, dicen al mismo tiempo en voz alta.

Paula y Paola se miran. Intercambian sonrisas y sus nombres. Pronto van a descubrir que sus nombres no son lo único que se parece en ellas.

STARS AND STRIPES (for sylvia)

Para compensar el dolor del porta-cidis perdido el Tulio (mi compita de www.aplicate.blogspot.com) me hizo llegar una maravillosa colección de discos en el simpático formato mp3 (musicaparatres?) porque como dice él, el robo de música es el crimen más grave. Feliz estoy con mis discos de:

Badly drawn boy (por fin, por fin!)

Bebel Gilberto (ese que venía en mi disquito de Music Lounge)

Belle & Sebastian (ea, ea)

Camera obscura (qué mieeedo!)

PJ Harvey (porque de aquí a que la concha le devuelva el suyo al victorio…)

Stereolab (chin chin el que no le guste margarine melodie)

The Stills (palabras sabias de tulio el benefactor: lola stars & stripes esta bien chida)

Velvet underground (need I say more?)

Y por supuestísimo: vuelven a mí Tori Amos y David Bowie…

Con esta música ya no piensa una en nada.

Y qué suave es no pensar en nada.