¿Y a ti te gusta el Mago de Oz?, me pregunta el de siete y estoy a punto de atolondrarlo con un profundo análisis sobre el camino amarillo, Dorothy, los zapatos rojos y demás… el entusiasmo en mi cara debe delatarme porque antes de que yo inicie mi tesis, me aclara: El Mago de Oz el grupo de rock, claro, ¿te gusta?
Y yo, lo siento, de eso no puedo opinar.
Admito: no los he oído.
Confiesa: yo tampoco, pero deben ser buenos por el nombre.
Sonrío.