Vine a Hermosillo a cuidar a mi madre. Vine a Hermosillo a cuidar a mi padre. En los varios paréntesis aproveché para ver a mis amigas, cada una en su momento. En los varios paréntesis leí un montón. En los varios paréntesis vendí libros, me deshice de aquello a lo que ya no voy a volver.
Vine a este otro desierto para soltar las últimas amarras. Vine a decirles que me quedo allá, que me acomodo allá.
Preparo ahora maletas, preparo ahora ánimos para el viaje de regreso, me llevo otros libros -los libros a los que sí, a los que aún necesito volver-, me llevo la sonrisa de mis padres, el cariño de mis amigas, me llevo un calor tremendo porque -no mamen- ¡estamos a 50 grados centígrados! Me voy a mi otro desierto, me voy a ese otro lugar donde la vida me sienta bien. Me voy del desierto al desierto.
Pero no voy desierta.