S de sopa y de yema l de lupa v de vino i de intento y a de arma

Pasé ayer 60 minutos con un señor de Cisco que sonaba como colombiano, será que ya todo me suena a colombiano, tratando de resolver mi dilema con la red inalámbrica en casa. Entre su acento y mi acento y la cantidad de cosas que hicimos él y yo en línea, faltaba poco para volverme loca. Yo seré muy lista para muchas cosas pero para ciertos detalles de la tecnología soy una reverenda papanatas.

Tons, ahí me tienen escuchando sus explicaciones y haciendo mis pininos de ingeniera en sistemas resolviendo lo de la conexión. El tipo, entonces, necesitaba mi correo electrónico. Se lo dije una, dos, tres, cuatro veces y aún no nos entendíamos, donde yo decía “d” el decía “p”, donde yo decía “n” él decía “m”. Lo haremos de este modo, me dijo (que es el mismo modo que utilizan en todos los pinches lados donde tienes que dar claves) díctemelo como le dictaré yo su nombre: S de sopa, Y de yema L de lupa, V de vino, I de intento y A de arma.

PLOP

El hombre hizo de pronto un poema entre dadaísta y buenas noches. Bárbaro.

Ahí me tienen pues, deletréandole mi correo de la universidad poniendo palabra al lado de cada letra. Mi correo de la universidad, deben saber ustedes, es larguísimo. S de sopa, A de arpa, G de gato, U de uva, I de iglesia, L de loro, A de arpa (otra vez), R de ratón, 8, arroba y luego M de mina, I de iglesia, N de nene, E de elefante, R de rosa, S de sapo… etc etc etc etc.

Y así es señores como Sylvia Aguilar Zéleny redescubrió los tesoros del lenguaje en una llamada con el amable agente de Cisco que resolvió mi problema después de que ambos repasáramos nuestro vocabulario de párvulos. Ah, lenguaje, divino tesoro.

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