Después de una intensa lucha con el insomnio durante el verano, llegó la calma. Ahora duermo, descanso, cierro mis ojitos y cuando menos lo imagino ya son las 630 am y comienza el trajín del día. La vida nocturna de leer, escribir, ver tele, tejer, hacer yoga o pintarme las uñas a eso de las 2, 3 o 4 am porque no podía dormir se terminó hace más de un mes.
Se los juro que hasta creo que me veo más bonita.
Ahora llega la noche y trabajo o me hago mensa en el multitasking como hasta las 12 – 1230 y listo apago todo, acomodo mis tres mil almohadas y duermo como Dios manda (en caso de que Dios mande dormir, claro).
Se siente mejor la vida así, soy algo así como una nocturna responsable.