Bueno… no me lo dijo Adela sino la mamá de Adela que es mi tía Adela. Sí mi tía la que un día apareció en el tag board de esta casa (que es su casa queridos lectores, sí ustedes noimportacuántos que me leen). Así que de todos modos puede decirse que me lo dijo Adela.
Los ubico. Mi prima Adela, una mujer alta bella y con un cabello rizado, hermosamente atrevida le dio un buen día la noticia a la familia: me caso y me voy a Nueva Zelanda. Dos cambios de un sólo golpe. Dos grandes cambios. Compromiso, anillo, boda, fiesta, boletos y bye papitos chulos. Se fue con su esposo Edgar a… a… a algo importante para ellos. Experimentar, crecer y pasarla bien. Son un par de amantes del deporte extremo, supongo, pues pasaron su aniversario de bodas sobre una balsa en los rápidos de algún lugar de Nueva Zelanda. Ahí o un poco después de ahí Adela llegó a la conclusión de que el matrimonio es como andar en los rápidos… primero te emocionas porque vas a ir, te alborotas, te pones el chaleco toda feliz, te subes, lo disfrutas, la rapidez, la excitación, la velocidad de todas las sensaciones… hasta que de pronto… PAZ… un pequeño risco y al agua, el agua hasta el cuello. Entonces, hay que voltear la balsa, buscar los remos y lo más difícil: volverse a subir y retomar los rápidos, retomar la emoción, retomar el impulso…
Supongo que lestoy metiendo de mi cosecha a este hallazgo adelita. No importa (a menos que me demanden derechos de autora), no importa porque la idea básica es esa, en toda relación sucede así. Me lo dijo Adela.
(suspiro)
Fue maravilloso ver a mi tía, hacerle manita de cochi para que me dedicara el libro que me regaló, reconocer la complicidad que la caracteriza y platicarle un poco de lo que ha ocurrido en mi vida desde la última vez que nos vimos. Le hablé de mi paseo por los rápidos, de mi caída y de cómo navego ahora mi balsa…
(suspiren)