Qué suave cuando quien menos esperas, va a tu casa preocupado por tu salud y te dice “vamos a solucionar esto sealoquesea, tú-no-te-preocupes” y te abraza fuertefuerte.
Qué suave cuando insiste hablar en plural.
¿Seguirás sosteniendo ese muro que te separa de él?
No lo sabes.
Pero qué suave no estar sola cuando crees estar sola.
Qué suave cuando el miedo es sólo una página en un viejo libro.