El colmo es que se supone que tú escribes, que tú sabes un poco de usar palabras. Se supone que tú sabes qué decir pero no lo dices porque en realidad no sabes cómo decirlo, cuándo decirlo, por qué decirlo. Y no hallas sino la palabra que huye, que se escapa de tus manos, que se esconde en todos los rincones posibles sin asomar si quiera un poco de ella.
Y él te dice que lo elijas a él (ya que no en ésta, en otra vida) que lo elijas a él y no a tus miedos. Él te dice que te quiere aunque sabes que hablar con él es una ruleta rusa. Él te dice aquí estoy, no me he movido, pero tú nunca lo encuentras, se ha movido. Él te dice que lo elijas (¿en un futuro?, ¿dijo en un futuro?).Y tú, sin palabras. Porque las palabras, ya viste, están atrasito de tus miedos.
Tú no encuentras sino la palabra que huye.