Retomamos para usted amable lector el siguiente hilo de conversación que se convirtió en hilo dental y que se llevó a cabo el día 23 de enero de dosmilsiete a eso de las 5 de la tarde.
– Ya traigo el diente flojo, ¿viste?
– A ver.
(cush cush, suena el diente flojo)
– Se me antoja quitármelo.
– Y ¿por qué no lo haces?
– Me da cosa, pero me gusta cómo se siente estarlo moviendo.
– Ponte un hilito y…
– Ya sé, ya sé, lo de la puerta… me lo dijo mi abuelito, pero no.
(silencio breve)
– ¿Cuánto crees que me traiga el ratón por este diente?
– No sé.
– Me gustaría saber.
– Si me dejas quitarte el diente a mí yo te pago y asunto arreglado.
– No.
(otro silencio breve)
– Bueno… no sé. ¿Cuánto dinero me darías?
– Ah, ¿te importa más el dinero que el diente? Eres un sucio…
– ya sé, ya sé, un sucio materialista. Sí, así soy ¿verdad? Soy como Don Cangrejo.
– Ja ja, sí, eres como Don Cangrejo.
– ¿A poco sabes quién es Don Cangrejo? Si a ti ni te gusta Bob Esponja.
– Pues ya ves.
(silencio medianamente breve)
– Ya traigo el diente más flojo ¿viste?…