El de 23 se graduó hace un mes de la universidad. Estudió ciberseguridad y tomó un minor en filosofía. Le apasiona la ética. Le intrigan los griegos. Escucha jazz o bad bunny. Tiene un empleo bien pagado, un carro golpeado por la vida, un gato y un grupo de amigos que son su familia.
Lo veo y no lo creo. Siento que apenas hace unos días era el de cuatro. El de cinco, el casisiete.
Cierro los ojos y estamos en aquella casa de Villa Bonita, rentamos dvd’s para ver los domingos mientras comemos alguna tontería. Los abro y está en su escritorio con audífonos y tres pantallas frente a él, resolviendo algo por teléfono con un cliente.
El de 23 es lo mejor que he hecho y no lo he hecho solo yo, se ha hecho él mismo y metimos manita en eso su padre, sus abuelos, su padrastro, sus hermanas postizas, sus tíos, tías, sus amigues. Seguro hay como veintitrés personas detrás de la formación.