estaba buscando un email viejito porque ahí estaba un poema. una cosa llevó a otra y me topé con un email de una mujer que fue un eje en mi vida. otra cosa llevó a otra cosa y me puse a leer nuestra correspondencia de aquella época. cuánta dulzura había. mi ingenuidad y la suya eran tiernísimas.
en uno de esos correos, uno después de una catarsis de ambas por cuestiones laborales, juramos renunciar un día a todo. ella dijo: “Inventémonos una nueva vida, una de verdad, ¿qué te gustaría hacer en ella?”
pero no, no nos inventamos una nueva vida, al menos no juntas. nos inventamos en todo caso una vida con cachos de aquí y de allá. lo hicimos de verdad, eso sí. pero eso implicó, también, darse golpes de verdad. caerse, levantarse, caerse, hacerse como que no duele. seguir.
sin embargo.
sé que en aquella época a su “¿qué te gustaría hacer?” respondí que quería escribir y dar clases de escritura. hago ambas cosas. disfruto y me pagan por ambas.
más de diez años después entiendo que no me inventé una nueva vida, pero mi vida se volvió de verdad (a ratos telenovelesca, pero de verdad) y lo que quería hacer con esa vida, lo hice, lo hago, lo estoy haciendo, lo haré por largo tiempo.
a solas, sí. pero estoy haciendo con mi vida lo que me gustaría hacer con mi vida.