etapa nórdica

todo comenzó con la escritora rusa-chilena Andrea Jeftanovic y su Escenario de Guerra, una novela bárbara que todos deberían leer. Jeftanovic apela al efecto de cargar una guerra en hombros y traerla al círculo familiar. eso me hizo pensar en el escenario de guerra en sí, lo que se vive, antes, durante y después de, digamos, una invasión extranjera. seguí entonces con Sofi Oksanen y su Cuando las Palomas Cayeron del Cielo. esta novela a dos tiempos nos relata la entrada y la salida de los rusos, la entrada y salida de los alemanes y la entrada y persistencia de los rusos nuevamente en una Estonia que carga a cuestas siglos de violencia y usurpación. después posé mis ojos en The Hunger Angel de Herta Müller (¿alguna vez les he dicho que su The Passport es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos?) Müller trenza la voz y el espacio de Leo, un chico que, tras la segunda guerra mundial, fue enviados -como muchos otros soviéticos- a un campo de trabajos forzados donde lo único que abunda es el hambre. estoy ahora acomodada en la cama con el personaje que se juega el tiempo entre la vida y la enfermedad, entre la vida y la muerte, entre la vida y un pasado en guerra en Holograms of Fear de Slavenka Draculic.

 

encuentro en estas escritoras nórdicas belleza y atrocidad. encuentro, también, deseos de escribir y deseos de no volver a escribir. me avergüenzo un poco de mi zona de comfort. admiro, más y más a esos periodistas y fotógrafos que se juegan el todo por el todo en el mundo para contar historias, retratar escenarios de guerra, mostrarnos cómo el mundo se cae a pedazos sin que nadie haga nada, sin que nadie pueda hacer nada. mi etapa nórdica va para largo, me vuelvo más lectora que escritora, me vuelvo más humana que nada.

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