La primer semana de clases estuvo pesadita así que me ahorro los detalles. Mejor les hablo del fin de semana en que Barbudo y yo metimos cosas al auto, dejamos a los hijos con sendas niñeras y nos lanzamos a Balmorhea un pueblo texano como de 1000 habitantes (de los cuales sólo vimos como a 12) donde la atracción principal es una alberca alimentada por agua de río.
Sorpresa: todo mundo planeo lo mismo (excepto que ellos sí llevaron a sus hijos). Así que no pudimos acampar en ese parque y tuvimos que ir más allá, hacia un lago. Elegimos lugar entre dos familias pues no había más, pusimos la tienda (bueno, la puso él, para qué invento) y nos regresamos a la dichosa alberca donde:
- el agua es muy fría
- tiene peces minúsculos que no saben qué hacer con tus piernas.
Después de un par de horas de agua fría, de tirarnos de panza a leer y de sandwiches de atún, nos regresamos a nuestro campamento donde prontamente hicimos charla con los vecinos y con quienes compartimos una linda fogata. De pronto, en el lago vemos a un grupo de personas, una, dos, tres de ellas vestidas de blanco. Oraciones, aplausos. Eso era un bautizo. No puedo mentir, fue una sensación bella ver cómo cada uno de los bautizados entregaba su cuerpo al ministro que los sumergía en el agua.
Más tarde resultó que los campistas de la izquierda y los de la derecha eran cristianos. Hermano, hermana, se decían unos a otros. Sonreímos, qué bonita es la fraternidad, dijimos.
Cenamos, charlamos y luego nos metimos en nuestra tienda a echarnos otra vez de panza a oír los grillos.
Pero.
Pobres grillos, se vieron enmudecidos por cantos y cantos y cantos que a medianoche nos rodeaban. Los de la izquierda gritaban: ¿quién te amaaaa? los de la derecha contestaban: Jesucriiiiistooooo. Tantas veces, muchas veces, infinitas veces. La gloria del señor es divina y tal y tal y tal. De cuando en cuando entraban en competencia los de otro campamento que gritaban: “fuck you all” o bien “party girls ruuuuule”.
Nosotros que veníamos buscando a la naturaleza, al silencio, a la belleza de un cielo estrellado fuera de la ciudad nos encontramos a Jesucristo, a sus seguidores y a chicas fiesteras que, como el Salvador, a veces dominan el mundo.
Uffff, eres taaaaan buena!!!!
Cómo me gusta leerte!
Es parte ineludible de mi rutina matutina; te busco, te espero, te disfruto 😀
Orfilia, ¡qué linda! muchas gracias. Oye, te veo en Hermosillo el 27, eeehh?? presento mi nuevo libro y me encantará verte por ahí.
abrazos muchos para ti y para tus retoños (que de seguro de retoños ya no tienen nada).
Gracias, claro que sí !!!!
La Mónica (mi retoño de 14) lee, lee, lee y quiero que comience a leerte así que la llevaré a la presentación, avísame detalles de la misma, plis.
Gracias, un abrazo.
Me sacaste una sonrisa.