Me desconecté dos días. Es decir sí fui a trabajar y esas cosas pero regresando a las 12 a casa me tiré en la cama y no me levanté más que a 1) ir al baño y 2) tomar agua. Me desconecté, dormí como una nenita (o como la nenita que realmente soy). Me desconecté, acomodé mi almohada y me puse a leer cuentos de Almudena Grandes. Me desconecté, dejé de pensar en toda esa bola de cosas que a veces acumulo. Me desconecté, dejé de pensar en la salud y en la enfermedad. Me desconecté, pues.
Y cuando esta mañana volví al mundo real, mi cara era otra. Sonreí. Hice un chiste, luego otro. Fui a un museo, miré lentamente cada pieza, luego caminé desde ahí hasta mi casa. Me senté otra vez en mi vida y acabé de leer mi libro.
Me reconecté y entonces encontré mi serenidad, la muy boba se había escondido bajo la cama… ah, el estupor.