Muchas veces hemos discutido sobre este asunto y ella siempre insiste en que yo estoy mal, que sí las compró y que para el baile ese yo llevaba las zapatillas doradas. Yo le refuto, le digo que no, le digo que se le olvidó y que un día antes me llevó al centro a buscar unas, que en la zapatería sólo había verdes así que compró papel china o algo así de color amarillo y así me mandó al baile.
El punto es que ayer encontré una prueba irrefutable, encontré la dichosa foto que muestra las malditas zapatillas que eran verdes con pegostes amarillos y no doradas como las que traían todas todas todas las otras niñas. Mi madre no supo más que decir la verdad: en esa época yo tenía dos empleos, cuatro hijos, un marido muy latoso… así que no tenía cabeza para nada, supongo que lo resolví como pude. Pum, me desarmó.
Ahora siento que mis zapatillas verdes con pegostes amarillos se ven más doradas que nunca.