Todo este semestre me he estado debatiendo por lo que sigue después de esta maestría. Tenía gran seguridad en un doctorado en traducción, luego uno en español y después pasé por el proceso de bueno pero en dónde, qué universidad… De pronto me di cuenta que, al menos de momento, no quiero más academia.
Mi cuerpo, mi mente y me queda claro que mi intestino necesitan un break.
Pues eso, me dije, me la voy a jugar. Continuar con las revistas que edito desde acá, buscar un par de clases y asentarme en mi Texana Tierra para sentarme a leer, escribir, tejer y bicicletear.
En eso estaba yo cuando de pronto recibí la noticia. Habemus Beca. Metí una novela, un proyecto que me tiene entusiasmadísima, un proyecto-colchita (sólo Sabina y Eva pueden entender a qué me refiero) que resultó ganador. “Todo eso es Yo” tendrá un salario mensual que le permitirá a su autora sentarse a leer, escribir, ver tras la ventana y darse el tiempo necesario para decidir qué sigue.
Bueno y en eso estaba cuando recibí una llamada. Mi directora de tesis me recomendó hartamente y ahora resulta que fui invitada a impartir la clase de Traducción Literaria, ¿hay algo mejor que esto?
La novela, la traducción, todo eso es yo.
Feliz muy.
Felicidades becaria!!! 😉