Los taxistas sólo hablan de eso, platican de lo que hacían antes y de lo que ahora tienen que hacer. De lo que les ha ocurrido en su trabajo.
En las sobremesas en cualquier restaurant, en cualquier casa las charlas siempre desembocan en lo mismo: a quién asaltaron, a quién mataron, cuántos ajusticiados.
En las filas: de banco, de correo, de supermercados, siempre se escucha a alguien decir que a alguien amagaron o mataron o secuestraron.
Sobrevolar por las ciudades de este país es sobrevolar por cementerios, cada vez son más cementerios y cada vez menos los que habitan ahí por derrotar una enfermedad, los derrotó la vida.
Esta mañana nos avisan que han matado al hijo del mejor amigo de mi padre. Gerardo, abogado, no tenía ni treinta años. Un balazo y ya.
Ese es el país del nuncajamás serán las cosas iguales.