Los martes, después de mi clase, me despido de mis alumnos y me voy a un cafecito en la universidad que tiene grandes ventanales. Saco mi bolsita de zanahorias y me ordeno un té y un bagel con queso crema. La oferta del mes es el pumpkin bagel. Me acomodo en mi mesita, saco mi compu o un libro y contesto correos o leo. Todo depende de los pendientes del día. Se ha vuelto una rutina. Una rutina bonita, el momento único de la semana en que siento que estoy completamente en mí. Hoy que dije en voz alta: a veces siento que no estoy en mí, me acordé de esto y pensé que si tengo esto, tengo muchas cosas más, es cuestión de acomodarse. A veces el trabajo, la escuela, el hijo, la casa, el gato me absorben en cantidades no-degradables. Supongo que ahora todo lo que tengo que hacer es pensar que ya llegará el martes con todo y su pumpkin bagel. Y cuando se acabe esa temporada calabacienta, pues ya vendrá otra.