el semestre se termina, le quedan horas de vida pero yo he estado haciendo trampa. cuando se supone que debería estar leyendo a un par de autores para mi clase yo, en realidad, estoy leyendo otro par de cosas. ya se sabe a estas alturas que soy una libertina poliamorosa cuando de lecturas se trata. tengo un libro en la bolsa para cuando tengo que esperar mi bus o estoy haciendo cola en algún lado (o para una clase en la que a veces me aburro). tengo un libro en el carro (para cuando los altos son muy largos). tengo un libro al ladito de la tina (para esos largos momentos de relax con agua tibiecita y sales de lavanda). tengo un libro al lado de la cama porque sí. al lado de mis libros: mis lapicitos, que no son chicos sino unos lápices gordotes que amo desde que los descubrí el año pasado. leo y subrayo, eso hago. bueno, no. leo, hago una pausa y subrayo. a veces hago anotaciones al margen. leo, subrayo, anoto. no, esperen: leo, subrayo, anoto y luego: existo. porque lo leído-subrayado-anotado se convierte en algo importante durante el día, en una pieza pequeñísima de algún texto, de alguna conversación, de algún correo o de este blog. leer es importante, subrayar lo es más. es una forma de decir “esto me gusta, esto lo creo, esto me hace pensar, estoy puede servir, esto lo tengo que comentar, esto lo quiero compartir”. hoy, por ejemplo, he subrayado varias veces en dos libros, me pregunto entonces en qué se convertirán después esos subrayados.