Cuando Carmen Martín Gaite construye a dos personajes, padres de una hija que no está aquí, pienso en mis padres, en mis padres y en sus hijas que no estamos ahí
“Hoy tampoco ha venido carta. No nos va a escribir siempre, Benjamín”
“Hay que dejar a cada cual su vida. Lo que es joven rompe para adelante”
“No estés callado, Benjamín”
“¿Por qué no vas de caza?”
“No ha escrito, no. Mañana, a lo mejor. A veces se pierden cartas”
Y en invierno llueve. Y las noches on largas. Y las marionetas despintadas se miran con asombro.
“Ella, Benjamín, no era para morirse entre estas cuatro paredes”
Pero a mis padres nosotras les escribimos, no somos tan jóvenes pero sí, rompemos para adelante y si rompemos para adelante es porque los tenemos a ellos, porque aprendimos de ellos.
Mis papás, también, esperan nuestras cartas y saben que nosotras no somos para morirnos en estas cuatro paredes de esta ciudad.