El dolor era tremendo. Mi cuerpo no cedía y su cuerpo quería salir, se hizo a un lado, se desacomodó. Era yo una mujer embarazada con una panza completamente chueca. Era yo una mujer embarazada con muchísimo miedo, terror, dudas.
Muchas horas, muchas enfermeras, mucho mucho dolor.
Esa mañana me había roto una parte del diente, terminé por tumbármelo en una de las contracciones. Estaba sola, lo sola que se puede estar en la habitación compartida con otras tres o cuatro mujeres en la misma situación. Estaba sola sin mi familia, sin alguien que me dijera todo va a estar bien.
Me desmayé. No sé cuánto tiempo, sólo recuerdo que me despertaron y me dijeron: señora, ya nació su niño. SU niño. Pregunté si estaba bien, no me quisieron decir, no me lo quisieron mostrar.
Hace doce años conocí al único hombre que amaré siempre y al único hombre que podría romperme, realmente romperme el corazón. El único hombre al que le he entregado y le entregaré todo. El único hombre al que veré partir con gusto cuando el tiempo adecuado llegue.
Hace doce años él llegó a la vida. Nunca le he dicho que con su llegada, yo también.