Mi hermano mayor cumplió 50 años la semana pasada. No estuve ahí. El año pasado fui pensando que ESE era el gran cumpleaños, pero no, eran los cuarentaynueveapenas. Este enero la cuesta nos costó más que nunca y fue imposible ir.
Mi hermano mayor es un acuario (eso debería decirlo todo). Mi hermano es brillante, apasionado, distraído. Mi hermano abría los controles del atari para ver “cómo funcionan adentro” luego los volvía a armar y siempre sobraba una pieza. “Oy, el trompito”, decía imitando a Manolito cuando trataba de arreglarle un carrito a Guille, el hermano de Mafalda. Si yo les hablara de los “oy, el trompito” que me tocó ver.
Mi hermano es lingüista. Mi hermano ha trabajado haciendo diccionarios. Mi hermano es maestro. Mi hermano tiene más de 6 perros. Mi hermano no tiene hijos. Mi hermano tiene una casa grande y vieja, toda de ladrillos. Mi hermano se ha roto la nariz, las clavículas y no sé qué más. Mi hermano es alguien que nunca alcanzaré a entender del todo. Mi hermano no está en mi familia y está en mi familia.
Mi hermano es la mano que antes me llevaba caminando y que ahora no sé dónde está.