OBEY YOUR BODY

Compartir el baño no es muy agradable pero qué se le va a hacer. Pero claro, una no espera que justo por compartir el baño (no al mismo tiempo, claro) le llegue una epifanía, así muy derechita ella en la barrita donde uno pone el shampoo.

Eso me sucedió esta mañana en que pensaba en las reparaciones del blog que aún no he hecho.

Estiré mi mano y hela ahí, la epifanía con cara de tarro de scrubbing soap. Una etiqueta que decía OBEY your BODY vino a traerme la luz. Obey your body, obey your body, me repetí a mí misma como si se tratara de un mantra.

Obey your body.

Pero, para obedecerlo, hay que escucharlo primero, pensé. Terminé de bañarme, me vestí, me embadurné de las cremas necesarias y me senté en un cojín a escuchar a mi cuerpo. Suena a mamada existencial, lo sé pero creo que queda muy claro ya que en este blog hacemos de eso (a falta, claro de hacer de las otras, ejem).

Anyway,

mi cuerpo habló, utilizó negritas y subrayados enfáticos para hacerlo.

Mi cuerpo habló y yo lo escuché. Veamos a dónde me lleva esta obediencia.

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