Hete aquí que ya vienes;
no hay otra alternativa que tus labios,
tus manos sabias que doró la huerta,
tu destreza apetita,
tu pecho
que no he podido hartarme de besallo
y el bello tronco lampo en que se ahonda
la más felice noria del ombligo
(…)
Hete aquí que ya subes del camino,
hete aquí que ya eres,
que has llegado.
Abigael Bohórquez