Llegué aquí con una idea, con una novela en la mente. Una estructura se deslizaba perfectamente. Sabía cómo iniciar, sabía qué tendría que leer e investigar antes de ponerme a escribir. Pero como suele suceder la escritura tiene la última palabra.
He vuelto al cuento, he vuelto al espacio ese donde todo inició hace muchos años. He vuelto al género que me gusta leer, el género que me hizo escribir. Primero desempolvé cosas que nunca habían terminado de cuajar y las hice cuajar. Luego, sorpresa total, comencé a escribir cosas nuevas. Un par de experimentos que tenían vida sólo en mis dedos.
Es curioso, tomar decisiones lo cambia a uno. Decidí volver al cuento y, acto seguido, las historias se paran en mi ventana, me saludan en la calle, me hacen tropezar en el trabajo. Me guiñan el ojo, me sirven café. Me atan para que las escriba.
Volver al cuento es lo mejor que pude decidir.