Para Julius
Ayer fui a la presentación de Pat Mora, una de las escritoras más queridas por la comunidad mexicoamericana, especialmente la de Texas. Para mí era el primer encuentro con una escritora a quien no he leído pero de la que he escuchado decir: “yo leí sus libros de niño”, ” Doña Flor era mi libro favorito”.
En un auditorio lleno, Pat inició diciendo que para ella era muy especial estar ahí, el lugar al que su padre se vino a vivir desde Chihuahua, el lugar donde nació su madre, donde nació ella y donde nacieron sus hijos. Pat dijo: love a place, one is full when one loves a place.
Habló de muchas otras cosas, leyó otras tantas pero yo me fui a casa con esa frase en mi mano, mi mano izquierda que amanece sin movimiento algunas veces. Me llevé la frase en la mano y me la puse en mente. Usé mi mano izquierda, la que duele, para escribir de esto.
Yo salí del lugar que amo, del lugar del que alguna vez tanto quise salir y al que después tanto me resistí dejar. Yo dejé el lugar que amo porque quiero volver a él, quiero escribir en él, estar en él. Uno, se siente lleno cuando ama un lugar. No importa que no se esté ahí, se le ama igual. O más.
Hace unos días en un ataque de nostalgia del que cualquiera es presa (y no sólo yo que soy jotísima) me preguntaba si había hecho bien en venir. Ayer me di cuenta de que sí, de que no sólo había hecho bien en dejar un lugar, sino de dejarlo para venir a éste. Justo a éste. Si este es el lugar que alguien ama tanto, este lugar entonces debe tener algo para mí también. Pensé en Julio y en cómo él también dejó un lugar, luego otro para finalmente habitar justo éste.
Love places, le diré algún día. One is full when one learns to love places.