3 A.M.

Sucede desde hace unos días.
Estoy dormida, cómoda o incómoda, adolorida o no pero dormida.
Completamente dormida.
Y de pronto.
Me despierto
Como si nada.
Como si ya fuera hora.
(de despertarse, pues).
Miro el reloj y son las 3 a.m.
(3:15, 3:24, 3:31, 3:05)

Suspiro.
Y pienso que hay una razón.
Que debe haber una razón.
Para que mi cuerpo me despierte a esa hora.

¿Qué razón?
Que tú,
en esa parte del mundo,
piensas en mí,
en nosotros,
en los que, aún tuyos,
vivimos en esta parte del mundo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *